--Les hemos quitado el Gobierno de las Baleares gracias a la Munar, y mira lo que está pasando en Ibiza. Y esto no ha hecho más que empezar: seguro que este verano aparecen medusas hasta en la piscina de Pedro J.
Creen que todo lo malo que nos sucede cada verano se debe a la mala suerte, pero yo les recuerdo el pensamiento de I Ching: “Mientras el hombre inferior descarga la culpa sobre otras personas, lamentando su suerte, el hombre superior busca el error dentro de sí mismo”, lo que según mi maestro Zhang Yu, quiere decir que más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena, aunque el loco tenga tendencia a hacerse el loco cuando encuentra algo que no le gusta en su interior.
--Para mí está clarísimo, presidente: como en lo más profundo de nosotros mismos está el PP—dice María Teresa—, la culpa de todo la tiene el PP. No hay duda. Voy a volver a llamar ruin y traidor a Mariano.
Moraleda opina lo mismo, y dice que en cuanto el pequeño reguero de carburante procedente del Don Pedro desaparezca, deberíamos ir Sonsoles, las niñas y yo a las playas de Ibiza afectadas para que nos hagan fotos y videos bañándonos como Fraga y compañía cuando el caso de la bomba de Palomares. Sonsoles se ha encabritado:
--¿Mis hijas y yo fotografiadas en traje de baño? ¡Antes monjas!
Visto lo visto, Moraleda ya no se ha atrevido a exponer una idea que antes me había comentado a mí sobre la oportunidad de que Sonsoles, hábil buceadora, colaborara en la búsqueda de nuevas fugas en el barco sumergido. “Díselo tú”, me ha susurrado. “¿Estás loco?”, le he susurrado yo aprovechando que Sonsoles ya se retiraba a ensayar unas fugas de Bach en el salón Verdi.
--Pues algo habrá que hacer para enmendar el error de Mandatela Álvarez—ha dicho Moraleda—Es una cuestión de imagen.
--Primero—digo yo—¿quién se atreve a decirle que ha cometido un pequeño, diminuto, imperceptible error de apreciación?
Alfredo se ha disculpado diciendo que tenía que ir urgentemente al Ministerio a ver si localizaba el teléfono de “Txeroki” para pedirle que, por favor, no dé a los “legales” ni a los “liberados” los números de teléfono de los negociadores del Gobierno y mucho menos su propio móvil, que ya está harto de que le envíen SMS, aunque, según me ha comentado, algunos sean afectuosos : “Te vamos a dar para el pelo”; le conmueve que se preocupen por su calva. María Teresa ha recordado de pronto que tenía que recoger una chaquetilla torera del tinte. Moraleda ha salido disparado diciendo algo así como que se le pasaba el arroz de la paella (los sábados hace paella en el jardín). Jesús Caldera se ha acordado de repente de que en estos casos mueren muchas aves migratorias y ha dicho que tenía que ir a llorar a casa.
Total, que me he quedado solo, y después de una sesión de radja-yoga y de otra de cuencos tibetanos, he llamado a Magdalena para recitarle el pensamiento de I Ching antes citado, el del error dentro de uno mismo, y me ha dicho que no podemos hablar de error, que no existe ningún error por su parte, que todo se debe a una campaña de la extrema derecha para convertir un leve vertido de fuel en una catástrofe ecológica y turística, y que...
--Pues ya verás cómo el PP va a pedir una comisión de investigación en el Congreso. Y tu comparecencia—le digo.
--En todo caso habría que investigar quién ha buceado hasta el Don Pedro para abrir nuevas grietas, porque yo creo que aquí hay una mano negra, muy negra, interesada en que las playas aparezcan negras. ¡Y ya me tienen negra!
Le he dicho que tiene toda la razón del mundo y luego me he sentado a esperar que me llame María Antonia Munar para decirme que estas cosas no pasarían si tuvieran todas las competencias traspasadas y que además está muy cabreada porque se la han manchado de chapapote unos “manolos” que se acababa de comprar. Es que lo intuyo todo.