El país inmóvil
elmanifiesto.com
28 de mayo de 2007
El Partido Popular ha ganado en el cómputo general de las elecciones municipales y autonómicas. Por 150.000 votos, más o menos. Parecen pocos para la que ha caído. Significativamente, la oposición crece sobre todo en la España urbana, a la que se le presupone mayor información. También significativamente, esa mayoría del PP se produce a pesar de la feroz tenaza informativa de la mayor parte de las cadenas de televisión de ámbito estatal, alineadas con el Gobierno en una unanimidad que espanta. Si el panorama informativo fuera más libre, ¿cuáles habrían sido los resultados? La homogeneidad informativa coincide con otro rasgo muy llamativo: la fidelidad inconmovible del voto, tanto a derecha como a izquierda. Al final, las fluctuaciones del voto, las que dan y quitan mayorías, se limitan a una franja estrechísima del cuerpo electoral. La inmensa mayoría de la gente vota “a los suyos”, hagan lo que hagan. Es una conducta natural, pero no deja de ser una forma muy poco racional de construir la vida pública. La moraleja es que, en un paisaje así, un Gobierno que haya “fidelizado” suficientemente a su clientela, si cuenta con el apoyo de los medios de comunicación y sus financieros, puede cometer las mayores barbaridades sin que su poder se vea mínimamente alterado. Por eso en las democracias actuales son más precisas que nunca la independencia de los tribunales y, simultáneamente, la participación de los ciudadanos al margen de los partidos políticos. La primera, para controlar al poder; la segunda, para limitar el impacto de los cesarismos de partido y acostumbrar a la gente a actuar de forma autónoma en la vida pública. En España siguen siendo asignaturas pendientes.
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