En la noche del sábado 26 de enero, en el madrileño barrio de Villaverde, un joven de 26 años que responde a las siglas de J.M.M. fue brutalmente agredido. La agresión vino de parte de un grupo de entre quince o veinte individuos que portaban barras de hierro, navajas y material inflamable, dándose la circunstancia que venían de una concentración cercana de extrema izquierda.
A la salida de un pequeño bar de barrio le estaban esperando a él y a su novia, y como producto de ello, ha terminado en el hospital Doce de Octubre en estado de coma, con el rostro desfigurado de por vida, y su novia con múltiples quemaduras en cuello y cara.
De todo ello ¡Ni una sola mención en la prensa!
¿Cómo es posible? Sencillamente porque el agredido es un chico de ideología nacionalrevolucionaria.
No es necesario recordar el reciente bombardeo mediático que sufrimos todos, cuando en un vagón de metro de Barcelona un descerebrado “molestó” a una chica hispanoamericana. Y digo molestó porque pese a todo el desmesurado alud de imágenes, debates de porteras que hubo en televisión y demás (llegó a existir la intervención del cónsul de ecuador), en la denuncia no había lesión alguna. También recordaremos cómo los telediarios abrieron no hace muchas semanas con la muerte de ese “héroe” que murió a manos de un “terrible nazi”, en Legazpi, cuando en verdad “el pobrecito antifascista” tenía rodeado físicamente, conjuntamente con doscientos “héroes más”, al presunto agresor.
Pues bien, todo aquello fue noticia. Se abrieron telediarios, se desplegó todo tipo de medios periodísticos y políticos (valga la redundancia) para hablar de la ilegalización de eso que ellos denominan “extrema derecha” (saco en el que entran todos, desde un miembro supernumerario del Opus de Cuenca, hasta el representante del partido nazi del lander de Hesse, pasando por Jiménez Losantos, y llegado el caso, Santiago el pescadero de mi barrio –pues sabido es, que nunca se le ha visto en compañía de homosexual alguno, e incluso hay quien dice que escucha la COPE en su casa-).
¿Dónde está Esteban Ibarra ahora? Pues contando los billetes con los que le subvencionan. Este desvergonzado, este imbécil parapolicial, que sin moral ni recato alguno pontifica cuando habla sobre la violencia y el que en ocasiones se ha personado echando un cable a agresores y apuntillado a víctimas (siempre y cuando aquellas sean pobrecitos izquierdistas y estos horribles nazis), calla miserablemente temblando ante la posible e inminente pérdida de su lucrativo negocio.
¿Qué es noticia para los periodistas? Lo que ellos mismos quieren que sea.
La cosa está clara: si la víctima es un chico que públicamente hacía apología de la violencia en un blog en Internet, que era miembro de las ilegales BAF (conocidas por su extrema violencia), que de manera habitual portaba armas, que apoyaba a miembros de HB (EH, ANV y demás sopa de letras que conforman el brazo político de los asesinos separatistas), que colaboraba con organizaciones y personas -que para designarlo como hacen los medios- lo llamaremos el “entramado de ETA”; si el rencor y el odio eran los únicos resortes que confesaba moverle a hacer política, si la víctima reconoce ir acompañado de doscientos individuos a reventar una manifestación legal…entonces, claro que es noticia; Cuando la víctima está en un bar la tarde del sábado con su novia, y sin previo aviso es brutalmente agredido, cuando producto de ello queda en coma, su rostro desfigurado y su novia con graves secuelas; cuando esto es así, se silencia el hecho, no se habla de ello; no vaya a ser que…Al fin y al cabo el chico no era demócrata, era “un nazi”.
Nación y Revolución, treinta y seis horas después de los sucesos ha puesto en conocimiento de los medios lo sucedido, y parece ser que no se han dado por enterados. Al final siempre cabrá la posibilidad de que esbocen la “teoría del empate” y que por ella resuman con salomónica justicia que, al fin y al cabo “todos son iguales”.
Carlos Paz Cristóbal
(Madrid)