España, con Ceuta y Melilla

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La visita de los Reyes de España a Ceuta y Melilla debe ser saludada como un gesto sumamente positivo. Sin duda es posible hacer cábalas políticas diversas, desde las que vinculan esta visita con la reciente sentencia del 11-M hasta las que las sitúan en el contexto de la diplomacia española, pasando por las que, simplemente, las subordinan al intento del Gobierno español por parecer “más nacional” de cara a las próximas elecciones. En cualquier caso, el acontecimiento es tan importante, por inusual, que su valor intrínseco supera con mucho cualesquiera lucubraciones. Lo que vamos a ver en estos días es que los Reyes pisan suelo español, un suelo que, sin embargo, ha sido bastante maltratado para no enturbiar las relaciones con Marruecos. Y esta es precisamente la clave del asunto: aunque no sea esto lo que el Gobierno pretendía, el hecho es que la visita real a Ceuta y Melilla va a ser interpretada como una afirmación de soberanía española contra las aspiraciones anexionistas de Marruecos. Hora es de decir que esas aspiraciones marroquíes son arbitrarias, injustas y carentes de toda base histórica real. Ceuta y Melilla son suelo español (que no colonia) desde mucho antes de que existiera algo parecido a un reino de Marruecos. Y si Marruecos quiere aprovechar la supuesta debilidad española para jugar fuerte, Rabat debe saber que enfrente tiene a un país que no está dispuesto a abandonar a los suyos. Ese será el mensaje. Esperemos que responda a la realidad.

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