Cruz roja, muy roja
Pablo Victoria
21 de julio de 2008
La Cruz Roja Internacional y alguna prensa europea han estado muy críticas con Colombia a raíz del rescate incruento de Ingrid Betancourt y el resto de compañeros cautivos en un campo de concentración guerrillero en las selvas profundas de Colombia. La prensa, porque no les resulta creíble que un ejército como el nuestro pueda hacer una operación tan perfecta, digna acaso del MOSAD o de las Fuerzas Especiales Norteamericanas.
Les tengo noticias: nuestro ejército es uno de los mejor entrenados del mundo, pues en un conflicto que ya dura cincuenta años hemos tenido tiempo suficiente para adiestrarnos en el uso de las armas y en el uso de la inteligencia, facilitada por los mecanismos y tecnologías a nuestra disposición. Así, muchos oficiales norteamericanos acuden a nuestro país en busca de entrenamiento contraguerrillas en nuestras selvas, montañas y planicies. La base militar de Tolemaida ofrece no sólo las mejores condiciones de entrenamiento, sino los mejores y más adiestrados hombres en la lucha antiguerrillera. Allí se comparte con los norteamericanos entrenamiento básico en esta feroz lucha, entrenamiento que va de parte y parte, porque, dicho sea de paso, en el combate selvático donde existen las peores condiciones humanas imaginables, tenemos mucho más qué dar que recibir. Otra cosa es que nuestros aliados nos ofrezcan tecnología punta y entrenamiento para emplearla. Pero el hombre, el hombre en su medio natural, es el que sigue haciendo la diferencia. Y en eso no somos segundones de nadie.
Escándalo internacional también nos ha formado la Cruz Roja dizque por llevar insignias de esa institución en los helicópteros del rescate y con las cuales se burló a la guerrilla. El Presidente de Colombia, Álvaro Uribe, ha negado la acusación; también el alto mando militar. Afirman haberlas visto los dos guerrilleros prisioneros en el episodio de marras, así como el noticiero CNN. La acusación no podría ser más grave, pues la Cruz Roja pretende ser un organismo que siempre ha estado y estará de parte de las víctimas de cualquier conflicto que surja; es decir, su comportamiento pretende ser neutral. De allí su prestigio y también su celo porque se respeten sus símbolos, so pena de caer ella misma víctima de incredulidad y deterioro de su imagen.
Pero también les tengo noticias: no siempre ha sido el comportamiento de la Cruz Roja tan neutral como pretende serlo; en el conflicto colombiano no fueron pocos los episodios de parcialidad de este organismo a favor de la guerrilla, mediando a favor de los secuestradores y torturadores que muchas veces auxilió haciéndolos pasar por víctimas del terrorismo y poniéndolos a salvo en hospitales y dispensarios de su administración, ya en el campo, ya en la selva, ya en las ciudades. Todo esto lo sabíamos quienes colaborábamos de cerca con Inteligencia Militar y quienes teníamos acceso, por un motivo u otro, a filmaciones y documentos reservados de este organismo. Lo dije a pleno pulmón en el Congreso de Colombia. Hay vídeos que avalan mis afirmaciones. Por tanto, no se extrañe la Cruz Roja, al margen de que se hayan usado o no sus insignias, de que éstas pudiesen haber sido empleadas por el Ejército para conseguir el bien supremo de la libertad para unos prisioneros que llevaban diez años en el más tenebroso cautiverio y tortura de que se tenga noticia. No es que afirme que lo hayan hecho; tampoco lo avalo. Lo que afirmo es que la Cruz Roja ha sido, a veces, un poco más roja de lo que parece y que en esta guerra sucia librada por la guerrilla narcoterrorista no es del todo ilícito dibujar en rojo lo que de otra manera habría que escribir en sangre.
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