La victoria de una opción política anti-inmigración en Suiza (elmanifiesto.com ya advirtió de lo que se avecinaba) confirma el clima mayoritario en Europa: inmigración stop. Ninguna sociedad puede asumir una entrada masiva de población alógena sin que su equilibrio se resienta. En España, sin embargo, vamos al revés: acabamos de convertirnos en país de la Unión Europea con mayor porcentaje de extranjeros, nada menos que el 10%, y ello en un tiempo récord. La irresponsable política iniciada con Aznar y extremada con Zapatero ha dejado a nuestro país preparado para que el conflicto sea inevitable. ¿Cuándo?
El Informe Verstrynge sobre inmigración
Elmanifiesto.com
El cierre de las fronteras a la inmigración ilegal ha venido siendo una constante de los países de la UE desde hace años. Esa política encontró una expresión particularmente acentuada en la elección de Sarkozy como presidente de la República en Francia. Después, la victoria del Partido Popular Suizo (nacional-liberal) ha venido a confirmar la tónica generalizada: alto a la inmigración. ¿Por qué? ¿Por egoísmo? Es posible, pero también por más cosas.
La inmigración ya no es lo que era
Los países europeos han venido asumiendo altas tasas de inmigración en los últimos treinta o cuarenta años. Tras la descolonización, las viejas potencias coloniales se convirtieron en meta de muchos millones de asiáticos y africanos en busca de mejor fortuna. Aquello coincidió con un momento expansivo de la economía europea: había trabajo para todos. ¿Y había sitio para todos? Al principio, sí; después, no. Con el paso del tiempo, esa inmigración inicial empezó a ser sustituida por otra de carácter clandestino. Además, la segunda generación de población inmigrante crecía y, con ella, aparecían problemas sociales nuevos derivados de la mala integración social de los extranjeros. Fenómenos laterales como el radicalismo islámico, que ha prendido fuerte en la inmigración musulmana europea, ha terminado de empeorar las cosas.
Por otro lado, la inmigración no es hoy lo que fue hace treinta años. Muchas cosas han cambiado. Una, el flujo de inmigrantes se ha hecho incontrolable, porque los países de origen son incapaces –por negligencia o por complicidad- de organizar la situación. Dos, la salida de mano de obra perjudica objetivamente a los países de origen y les condena a eternizar su estado de crisis. Tres, el principal agente promotor de esa inmigración son mafias organizadas que literalmente explotan a los que abandonan su país. Cuatro, la llegada de mano de obra clandestina e irregular a los países europeos no representa una ventaja económica, sino una alteración grave, especialmente para los sectores más desfavorecidos de los países de acogida, cuyos salarios ya no suben. Cinco, la afluencia desordenada de inmigrantes generaliza problemas de orden social antes excepcionales o episódicos. Seis, la experiencia demuestra que los modelos de integración han empezado a fallar en la segunda y la tercera generación de inmigrados.
En este contexto, los europeos han dicho “basta”. Pero es precisamente el contexto en el que los españoles, sorprendentemente, han dicho “venga”. ¿Los españoles o sus gobernantes? Lo mismo da. La afluencia de mano de obra inmigrante, legal o ilegal, ha permitido a la economía española inflar sus cifras en sectores con mano de obra poco exigente, como la construcción, el turismo o la agricultura estacional, para unánime gozo de unos empresarios preocupados ante todo por sus beneficios y de unos políticos preocupados, simétricamente, por mantener bien gorda la burbuja del consumo. El hecho de que buena parte de esa inmigración haya venido de países con un nítido parentesco cultural, como son los iberoamericanos (lengua española, religión católica), ha hecho más suave el choque.
España multiétnica
“España se ha convertido en el país más multiétnico de la Unión Europea, ya que es el primer receptor de inmigrantes del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos", afirma la directora de Etnia Comunicación, Ana Calderón.
Etnia Comunicación, una empresa privada que se propone explotar las oportunidades económicas y de negocio que representa el colectivo inmigrante en España (y cuyo logotipo es un poco discreto espermatozoide “e” fecundando un óvulo “c”), hacía público recientemente el segundo anuario de la comunicación del inmigrante. Los datos son reveladores. España se ha convertido en el país de la UE con un mayor porcentaje de extranjeros y ha superado incluso a otras naciones. En muy pocos años de crecimiento vertiginoso, España ya alcanza el 10% de población extranjera y se ha colocado en el primer puesto de la Unión Europea. Supera así el 9,6% de extranjeros que reside en Francia, el 8,9% de Alemania y el 8,1% del Reino Unido.
Etnia Comunicación explica que España se está convirtiendo en un país cada vez más multicultural , donde la población inmigrante crece a un ritmo mucho mayor que la autóctona: mientras la tasa de foráneos aumenta anualmente un 24%, la de españoles lo hace solamente en un 1%. Si no fuera por la llegada de ciudadanos extranjeros, el conjunto de los residentes en España habría decrecido. Los marroquíes siguen siendo la nacionalidad más numerosa: un 12,82% del total de extranjeros. En segundo lugar se colocan los rumanos, con un 11,7% que han rebasado incluso a los ecuatorianos, que suponen el 9%. El 70% de los que vienen se queda de forma definitiva.
Este año de 2007 se ha apreciado una tendencia a la baja: ha sido el que menos ha subido el número de inmigrantes, un 8,2%. Con todo, la previsión para el año 2025 es que en nuestro país se asienten más de 8 millones de nuevos residentes. Vamos al revés de Europa.