La TV holandesa destapa la olla
¿Por qué nadie cuenta la verdad sobre la Sudáfrica de Mandela?
Curzio Malatesta
19 de septiembre de 2007
Lo ha desvelado un documental de la televisión holandesa: la nueva Sudáfrica de Mandela ha creado enormes bolsas de marginación y pobreza cuyas víctimas son los afrikaners, blancos de origen bóer. El apartheid fue un sistema injusto que convertía a los negros sudafricanos en ciudadanos de tercera y mano de obra semiesclava, construido bajo la tutoría británica del país en detrimento de la idea original de los afrikaners de separación absoluta de los negros y los blancos, incluso en materia laboral. La caída del apartheid se fraguó en Inglaterra, y el nuevo orden, con Mandela a la cabeza, ha resultado ser igual de injusto… pero hacia los “otros” blancos.
Este es el video del escándalo
Curzio Malatesta
Hay otra estatua de Nelson en Londres. No del sobresaliente almirante de la Marina Real Británica, sino del presidente revolucionario sudafricano Nelson Mandela. En la misma plaza del Parlamento, rodeado de figuras como Winston Churchill, se puede ver desde ahora al ex terrorista de extrema izquierda y Premio Nobel de La Paz. Es la segunda estatua erigida en su honor.
Ken Livingston, alcalde de Londres, amigo de Hugo Chávez y presidente honorario de la Unidad Antifascista, presidió el acto de inauguración de la estatua, junto al Primer Ministro Brown y el propio Mandela, que iba acompañado de su segunda esposa. El alcalde Livingston recordó su actividad en el movimiento antiapartheid y sus numerosas manifestaciones en Trafalgar Square durante los 70 y 80.
En la prensa y la televisión británica, así como en las escuelas, se habla de Nelson Mandela como ejemplo para la juventud. Una sociedad acomplejada y nihilista que busca construir el futuro sobre la base de otra mentira más.
La realidad de los blancos sudafricanos pobres
Mientras tanto, las cosas siguen mal para los afrikaners (los blancos sudafricanos de origen holandés) en las grandes ciudades de la nueva Sudáfrica. La política de “discriminación positiva” hacia los blancos llevada a cabo por el sistema de Mandela ha dejado en la extrema pobreza a miles de ellos.
Los afrikaners están peleando por su lengua, el afrikáans, por un trabajo y por la supervivencia misma. Supervivencia que, en muchos casos, se basa en las organizaciones de caridad. Funcionarios estatales blancos han sido despedidos para incrementar el número de funcionarios de color. Muchos de ellos conviven ahora con ciudadanos negros, cuya situación no ha mejorado, en la extrema pobreza en los suburbios de Pretoria y Johannesburgo.
Essod Pahad, un ministro del gabinete de Mandela, alega con rabia en los ojos que para cambiar de una sociedad injusta a otra justa, hay que dar el poder a aquellos a los que ha sido negado durante siglos. No hace falta ser psicoanalista para ver el ánimo de venganza en personas como Pahad. Mientras tanto, unos cuantos blancos británicos o de origen británico continúan dirigiendo la economía sudafricana, en la trastienda del escenario de los radicales de color (negros, indios y mestizos) con trajes hechos en Oxford Street.
Hoy los blancos pobres, de mayoría afrikaner, sufren el mismo destino que los pobres negros. Carecen de dinero para pagar un visado y marcharse a Londres a estudiar o buscar trabajo, y no pueden ni quieren emigrar de la tierra que sus padres regaron de sangre y sudor. Esta es la verdad que nadie quiere contar sobre la Sudáfrica de Nelson Mandela.
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