'El columpio', de Jean-Honoré Fragonard, considerado por un célebre analista como el más pícaro y genial de los clásicos; un pintor que, junto a dicho analista, debería hoy ser condenado a la hoguera por el puritanismo woke.

El género a palos. Pero democráticos

Canadá quiere reeducar al psicólogo Jordan Peterson, por su incorrección política

El muy popular divulgador, cuyo canal de videos tiene 7 millones de suscriptores, ha sufrido ya varias cancelaciones. Pero, al revés que el personaje de Molière, se resiste a dejar de ser quien es, aunque lo vapuleen: “Me temo que soy incorregible”.

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Ya en una de nuestras primeras Cartas Confidenciales (ahora denominadas CARTAS DEL GRAN MANICOMIO DEL MUNDO) informábamos a comienzos de este año de diversos e inquietantes asuntos que se están produciendo en el que parece ser el mayor de todos nuestros manicomios: el muy democrático Canadá de Justin Trudeau. Entre tales informaciones destacaba la “reeducación wokista” que se intenta efectuar contra el psicólogo Jordan Peterson. Hoy, a raíz de este artículo del digital argentino Infobae, volvemos al asunto, ya que sigue totalmente viva, azuzada ahora por los tribunales, la represión canadiense por delitos de opinión.


En enero pasado se supo que Canadá quería enviar a “reeducación” al muy popular intelectual Jordan Peterson, cuyo crimen es no ser un ultraprogresista rendido a la ideología de género.

Reeducación… Parece increíble que, a esta altura de la historia, se le quiera imponer a la fuerza a una persona una doctrina. Son medidas dignas de regímenes abrumadoramente represivos, en los que no se admite ninguna disidencia, se patologiza el pensamiento crítico y se crean dispositivos para el formateo de disidentes políticos, pero también de díscolos, inadaptados, adictos, homosexuales, soñadores, curiosos… En concreto, para doblegar a todo el que osara pensar por sí mismo.

En Cuba, por ejemplo, se los llamó Unidades Militares de Ayuda a la Producción; en la práctica, campos de trabajo forzado para “contrarrevolucionarios”. Unos 50.000 jóvenes pasaron por ese método soviético de represión que buscaba un efecto ejemplificador: el que se atreviera a apartarse un milímetro de la doctrina oficial sabía que le esperaba la reclusión en uno de esos campos o la muerte civil. Muchos se autoconvencían de las bondades del régimen y otros caían en la simulación para evitar la excomunión.

Pensemos si hoy no sucede algo análogo cuando a la sociedad se la avasalla con el lenguaje inclusivo, el sexo elegido por voluntad propia o el patriarcado imaginario. Y guay del que no se someta, sobre todo si su sustento depende de ello.

Me temo que soy incorregible": el mensaje de Peterson al conocer el fallo del Tribunal

La dictadura democrática

Lo que resulta inadmisible es que en el presente ello aplique en democracia. Y en nombre de la diversidad. Pululan hoy en el espacio público minorías que coartan todo debate en nombre de su derecho a no ser ofendidas. Y logran mediante acciones de presión imponer su criterio al conjunto. Hace tiempo que estas tribus activas y vociferantes están detrás de Jordan Peterson, psicólogo clínico que tiene la osadía de cuestionar la ideología de género y que, para colmo, tiene millones de seguidores en Twitter y YouTube.

Esto sucede en el Canadá democrático, moderno y liberal, donde hoy se quiere someter a este influyente pensador y divulgador a un programa de reeducación para que aprenda a expresarse correctamente en las redes…

La resistencia de este psicólogo canadiense a los movimientos woke y a la ideología queer resulta intolerable. Peterson es un claro detractor de lo políticamente correcto. Sus críticas apuntan sobre todo al ultrafeminismo, a la teoría crítica de la raza (o nuevo antirracismo) y al catastrofismo ambientalista. Sostiene, por ejemplo, que en la actualidad hay una “reacción violenta contra la masculinidad” y que “el espíritu masculino está siendo atacado”.

Por este descaro ya ha sido objeto de varias cancelaciones. El hecho de ser uno de los intelectuales en lengua inglesa más influyentes del mundo, autor del best seller 12 reglas para vivir: un antídoto al caos, con 7 millones de ejemplares vendidos en más de 40 idiomas, no lo salva del embate identitario.

Hace unos años, la universidad de Cambridge le retiró el ofrecimiento que le había hecho como investigador invitado, y ello a causa de una campaña de estudiantes y profesores ofendidos, molestos por tener que ver en sus claustros a este implacable detractor de las ideologías políticamente correctas. También estuvo cancelado en Twitter, aunque su cuenta fue restablecida cuando Elon Musk adquirió la red.

“El espíritu masculino está siendo atacado”

Famoso por su lengua filosa y su coraje para ir contra la corriente, en su canal de Youtube tiene 7,4 millones de suscriptores y 4,6 millones lo siguen en la red rebautizada Equis.

Pero la persecución sigue y ahora hay quienes quieren volver progre a Jordan Peterson, aunque sea “a palos” (como al personaje de la comedia de Molière).

En enero pasado, el acoso avanzó un casillero más con la decisión del Colegio de Psicólogos de Ontario de condenar al díscolo a someterse a un “curso de reeducación” so pena de perder su licencia profesional. “Debo seguir un curso de reciclaje con informes que documenten mis ‘progresos’, o enfrentarme a un tribunal en persona y a la suspensión de mi derecho a ejercer”, decía Peterson, al conocer la decisión, que se negó a acatar y apeló ante la justicia.

Peterson denunció que se estaba coartando su derecho a la libre expresión dado que los comentarios por los cuales lo acusaban eran esencialmente políticos y no hacían referencia a su práctica profesional. Pero evidentemente también la justicia está contaminada de wokismo —y no sólo en Canadá—. El Tribunal Divisional de Ontario dictaminó hace unos días que la decisión del Colegio de Psicólogos no afectaba a ninguna libertad fundamental y que Peterson debía por lo tanto aceptarla y someterse a la reeducación.

eterson sostiene que actualmente hay una “reacción violenta contra la masculinidadEl Colegio lo acusó de “discurso de odio” -la muletilla favorita del wokismo, con la cual se elude todo debate- y de “lenguaje denigrante”.

El sitio The Free Press enumeró los cargos contra Peterson: “Llamar idiota a un asesor del primer ministro Justin Trudeau. Burlarse de los ecologistas. Usar pronombres masculinos para referirse al actor transexual Elliot Page. Declarar que una modelo de tallas grandes en la portada de Sports Illustrated ‘no es guapa’”. También se había atrevido a criticar a los médicos que lucran con las transiciones de género.

Ahora, el tribunal confirmó que Peterson debe completar el “Programa de Educación Continua Específica o Programa Remedial (sic)”, SCERP, por su nombre en inglés. El totalitarismo adora las siglas…

ordan Peterson es muy crítico de la gestión del primer ministro Justin Trudeau (discurso en el encuentro del Global Environment Facility, GEF, en Vancouver, British Columbia, Canadá. 25 de agosto de 2023. REUTERS/Chris Helgren)

De hecho, de todas las denuncias a las que el Consejo dio cabida, ninguna fue formulada por algún paciente o expaciente del acusado. No son quejas por la práctica de Peterson como psicólogo clínico, sino por sus intervenciones en el debate público. Que un profesional se vea impedido de trabajar por sus opiniones es un hecho cuya gravedad es difícil de exagerar. Sin embargo, lentamente nos estamos acostumbrando a este clima macartista, a que la corrección política sea una vía de ascenso para mediocres mientras que una mente brillante puede ser “cancelada” por no encajar en los cánones progresistas.

l texto en el que el tribunal obliga a Peterson a someterse a la reeducación a la vez que niega estar disciplinándolo

“Van a tener que hacerme un trasplante de personalidad”, declaró en una entrevistaa a su hija. Y al Colegio de Psicólogos de Ontario le lanzó un desafío: si tiene que ir a “reeducación” lo hará todo público… Habrá que ir alquilando balcones. “No iré solo”, afirmó, en alusión a los millones de seguidores que tiene en redes.

También el ecologismo de por medio

Peterson se mete además con todas las vacas sagradas de la corrección política. Por ejemplo, el 5 de enero de 2022, lo denunciaron porque a un tuitero que sostuvo que la superpoblación era una amenaza para el ecosistema —leit motiv de ecologistas y veganos—, Peterson le respondió: “Eres libre de marcharte en cualquier momento”. A lo cual el denunciante, un tuitero sensible, declaró que Peterson lo estaba induciendo al suicidio. Una acusación absurda, digna de un proceso kafkiano.

Mikhaila Peterson acotó que su padre tiene los contactos y recursos suficientes como para defenderse, pero otras personas dependen de su práctica profesional para subsistir y son por lo tanto más vulnerables a las presiones. ¿Qué se puede hacer? Comprometerse en los procesos políticos en el nivel que se pueda, consejos escolares, partidos políticos, elecciones locales, respondió Peterson. “O sufrir las consecuencias”.

Jordan y Mikhaila Peterson. Padre e hija comentaron el fallo del tribunal de Ontario

En la charla con su hija, admitió que “probablemente el tuit que inició todo esto fue el de Elliot Page”. Peterson sostuvo que las cirugías de transición, en particular las mutilaciones -ablación de los senos, castración- son algo “mucho peor que la lobotomía de los años 30 del siglo pasado”.

Cabe señalar que, en los países que más han avanzado en facilitar la transición sexual, se están empezando a revisar muchos supuestos en torno a las cirugías de reasignación de género. Peterson explicó que varios países, si bien todavía no han llegado a prohibirlas, sí las están restringiendo. Es el caso de Dinamarca, Suecia, Holanda, siendo esta última la más relevante, dijo, “porque es donde empezó esta idea de la afirmación de género”.

“Los europeos se despertaron y dijeron: ¿sabes qué? parece que no hay evidencia de que esterilizar jóvenes, cortar sus pechos, los haga felices… ¿No es un shock?”, ironizó.

 

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