Ven, vamos a llorar, que es tiempo, y además qué otra cosa podríamos hacer sino lo que mejor sabemos. Sin darnos cuenta nos hemos convertido en expertos del luto virtual, que viene a ser en la cultura posmoderna una evolución sentimental de la ética de la solidaridad. Qué hermosas lágrimas derramamos en las redes sociales, con qué dolorida emoción, con qué plasticidad simbólica, con cuanta elegancia moral. Si fuese verdad eso que dicen los pauloscoelhos acerca de que la energía positiva del mundo conspira a favor de nuestros buenos deseos, con la intensidad emotiva que desplegamos después de cada tragedia o de cada atentado podríamos encender una central eléctrica. Otra cosa no pondremos pero sensibilidad, toda. Ésta es la sociedad que mejor llora por las víctimas que no defiende.
Llorar por llorar
Ven, vamos a llorar, que es tiempo, y además qué otra cosa podríamos hacer sino lo que mejor sabemos. Sin darnos cuenta nos hemos convertido en expertos del luto virtual, que viene a ser en la cultura posmoderna una evolución sentimental de la ética de la solidaridad.
Ven, vamos a llorar, que es tiempo, y además qué otra cosa podríamos hacer sino lo que mejor sabemos. Sin darnos cuenta nos hemos convertido en expertos del luto virtual, que viene a ser en la cultura posmoderna una evolución sentimental de la ética de la solidaridad. Qué hermosas lágrimas derramamos en las redes sociales, con qué dolorida emoción, con qué plasticidad simbólica, con cuanta elegancia moral. Si fuese verdad eso que dicen los pauloscoelhos acerca de que la energía positiva del mundo conspira a favor de nuestros buenos deseos, con la intensidad emotiva que desplegamos después de cada tragedia o de cada atentado podríamos encender una central eléctrica. Otra cosa no pondremos pero sensibilidad, toda. Ésta es la sociedad que mejor llora por las víctimas que no defiende.
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