Promovido en París por el Festival X-plore. Pronto llegará a Estepaís
¿Aún no conoces el orgasmo meditativo anal?
elmanifiesto.com
06 de septiembre de 2013
Se inauguró el pasado fin de semana en París, después de haber deambulado por Berlín, Viena, Roma y Sidney, el Festival X-plore, un festival de… exploración sexual alternativa.
Se inauguró el pasado fin de semana en París, después de haber deambulado por Berlín, Viena, Roma y Sidney, el Festival X-plore, un festival de… exploración sexual alternativa que también dispensa los correspondientes cursos prácticos.
Organizado por un grupo autoproclamado “artístico” (Erosticracia es su nombre), dicho festival permite a los espectadores-exploradores que abonen la pequeña suma de 100 euros, jugar y descubrir diversiones sexuales tan entretenidas como… el orgasmo meditativo anal.
Juego, diversión… Todo es juego y sólo juego, proclaman esos juguetones representantes del nuevo mutante: el Homo festivus festivus (lo llama Philippe Muray), que está sustituyendo al antiguo Homo sapiens sapiens.
¿Homo?… ¿Ha dicho usted Homo? ¡Ojo, que se te ve, ti@, el plumero! Ya no hay hombres ni mujeres, dirán quienes ignoran por lo demás lo que homo significa en latín. No hay hombres… En fin, no debería haberlos. Lo que aún hay son rémoras de los “tiempos caducos”. No hay sexos, sólo géneros… libremente escogidos según el el libre albur de cada cual.
Como lo decía Felix Ruckert, uno de los promotores del festival parisino, “no existe ni lo masculino ni lo femenino. Sólo hay el ser que penetra y el ser que es penetrado”. Y para que todos puedan-deban ser debidamente penetrados, el susodicho… ¿cómo llamarlo?, ¿caballero? agrega que “todos los varones” (¡ay, tuvo que utilizar el aborrecido término!) “deberían hacerse penetrar al menos una vez en su vida”.
Y experimentar así un buen “orgasmo meditativo anal”, como debieron de experimentarlo los participantes en los juegos y prácticas organizados en el festival parisino. Unos juegos que pronto llegarán a Estepaís. No nos cabe la menor duda. Milagro es que aún no hayan llegado.
¡Ay, si lo ridículo matara! Pero no, desgraciadamente no es el caso.
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