EL OJO IGUALITARIO Y SANITARIO. EL OJO.
PERO ¿QUÉ ES ESO DEL OJO IGUALITARIO?
Hola, Barack
Lorenzo Silva
17 de junio de 2013
Hola, Barack. Escribo en mi ordenador y voy a mandar esto por correo electrónico. Te saludo porque sé que tienes mi IP y que puedes entrar y salir libremente de mi cuenta de correo, sin los problemas que yo mismo tengo cuando se me olvida la contraseña. A veces, por ese prurito tonto de la seguridad, elijo una tan rara que tengo que recuperar el acceso dando el nombre de mi mascota. Que tú ya sabes que se llama Buzz, en homenaje al personaje de ´Toy Story´, mi película favorita como a ti también te consta: sabes las veces que me he metido en YouTube a mirar escenas o las búsquedas que hice sobre ella en Google.
Por esta promiscuidad contigo y con tus espías, con chapa de agente secreto o simple carné de contratista, que ya intuía desde hace algún tiempo, pero que ahora ya sé que me expone a tu escrutinio en cada cosa que hago, me permito saludarte y contarte que en estos días he pensado muy a menudo en ti, y en todo lo que hemos compartido a lo largo de los últimos años. Te confieso que en algún momento, mientras repasaba la lista de las cosas que forman nuestra historia común, he sentido un escalofrío. Otras veces, he llegado a sentir vergüenza: quizá si hubiera sido más consciente de que estabas ahí habría tenido más cuidado con alguno de mis movimientos, de los que, para qué voy a intentar engañarte o engañarme, no me siento del todo orgulloso. Ya sabes, tú mejor que nadie, que los seres humanos tenemos nuestras debilidades, y el que esté libre de vicios o de patinazos que tire la primera piedra. Aunque también he encontrado al bucear en mi memoria otras acciones con las que espero haber podido compensar mis deslices. La verdad, pensar que conoces ciertos méritos que contraje discretamente, y sin el menor afán de ser recompensado por ellos, me produce un regustillo de placer. Te imagino examinando mis pasos y asintiendo complacido, al comprobar que no todos fueron tan torpes. Y no te puedes imaginar cómo refuerza eso mi autoestima.
Te prometo que ahora, que ya no me cabe ninguna duda de que estás ahí, me esforzaré para que mi desempeño sea irreprochable y no te dé el menor motivo de sospecha o disgusto. Incluso, si alguno de tus agentes tiene a bien decirme dónde y cómo puedo hacerlo, me ofrezco a poner en tu conocimiento cualquier comportamiento irregular, inapropiado o dudoso del que tenga noticia. Ya sé que, si yo lo sé, tú lo habrás podido saber antes, pero lo digo sólo por echarte una mano para el caso de que no te haya dado tiempo a localizarlo, que eso de estar supervisando las actividades de todos los habitantes del planeta debe de ser agotador y tal vez haya momentos en que te satures, o que pase algo raro y te pille mirando lo que hace otro. Qué sé yo.
Y no te preocupes, Barack, porque algunos europeos se ofendan por el hecho de que les hayas dado a entender que la Cuarta Enmienda que protege la intimidad de los ciudadanos norteamericanos no les protege a ellos, y que por eso no les tienes los miramientos que sí les debes a tus compatriotas. Yo entiendo perfectamente que el mundo es como es y que me toca el lado estrecho del embudo. Tú tienes tus razones para no reconocernos a los ciudadanos de otros países los derechos fundamentales que tienen los del tuyo, y el que no lo acepte es un resentido que no debe de hacerte perder el sueño ni el tiempo.
No me queda más que desearte fuerza, salud y paciencia para ocuparte de los desvaríos de todos nosotros. Y que sepas que, si bien me molestaría que cualquier otro tuviera acceso indiscriminado a mi intimidad, contigo (y con quienes tú dispongas) estoy muy tranquilo. Tu tienes un certificado de garantía del que otros carecen. Para eso eres Premio Nobel de la Paz.
© Elmundo.es
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