Que la Iglesia católica necesitaba mejorar su imagen nadie lo discute. Lejos están los días en que Wojtila aparecía como un adalid de la libertad y rompía las cadenas de media Europa sometida al comunismo soviético. El propio desgaste del ejercicio del poder y la cruel biología hicieron lo suyo. Ratzinger fue un Papa de recambio, como las ruedas que ponemos al tener un pinchazo en la carretera. Sirve hasta llegar al primer taller donde puedan solucionar el problema.
Y el taller es Francisco. El Espíritu Santo ha de haber estudiado Marketing en alguna Escuela de Negocios, pues Francisco parece el Papa para los tiempos que vivimos. Chistoso, descontraído, bonachón, componedor –nada de rencores con la Kirchner, por ejemplo– y sobre todo “dicharachero”. Cuenta anécdotas, se sale del libreto, se mezcla entre multitudes y toda su vida se ha convertido en un Show Media que alcanza a 1.200 millones de católicos. Lo dicho, un Papa para el momento actual.
Pero los problemas siguen ahí. El Occidente, que es el cristianismo, no nos engañemos, atraviesa la peor fase de su historia, o como quieren algunos, el fin de su historia. Historia de la que es parte esta Iglesia Católica y en la cual hasta ahora, este Papa como un Príncipe Feliz, se pasea esparciendo bendiciones y sonrisas entre sus feligreses.
Es muy pronto para dar una opinión definitiva, pero mi amor por los caballos me ha demostrado que la calidad de los mismos se ve en el arranque. Y el arranque de este Papa no fue bueno. Fue mediático, eso si. Pero bueno, no.
El Papa pide que los católicos sean felices, pero…, ¿cómo damos felicidad a los miles de desahuciados en Europa? ¿Cómo llevamos esperanza a los que prefieren el suicidio a terminar en la calle? ¿Qué decimos de la usura, ese monstruo que se alimenta día a día de la sangre de los pueblos? Porque si mal no recuerdo, Vaticano II levantó el úkase que pesaba sobre la misma.
¿Cuál es el mensaje de este Papa frente a los millones de cristianos que sufren hambre y persecución? ¿Un chiste? ¿Una anécdota? Y no soy de los que pido que la Iglesia se desprenda de sus bienes. Al contrario. Pero sí espero posiciones claras y de una vez por todas comprometidas con los miembros de la Iglesia. Occidente no necesita un Papa showman, necesita un pastor que cuide sus ovejas de los lobos. Hoy esos lobos son el mundialismo, el reinado de la usura, el tanatismo en múltiples manifestaciónes, la destrucción de los valores cimientos de 3.000 años de civilización. Y nunca dio resultado sonreír a los lobos.
Voy a dar un simple ejemplo. ¿Qué pasaría si el Santo Padre instara a todos los católicos del mundo a retirar sus ahorros del sistema bancario? ¿Qué pasaría si como guía espiritual dijera claramente a la Religión de la Usura, que o abandona su altar o millones de católicos dejarán de ser sus marionetas?
Un acto tan sencillo como ése llevaría a una auténtica revolución de carácter mundial y a postrar al dios Mammon nuevamente de rodillas, posición de la que nunca deberíamos haber permitido que se levantara.
Pero Francisco es ligth, como el mundo que vivimos. Seguirá con su estilo, desafecto a las formas y por tanto a las formalidades y a la dignidad que las mismas conllevan. La cultura del “pobrismo” que pretende personalizar, no significa otra cosa que el hecho de que la propaganda del enemigo ha hecho carne en él. No en balde es un jesuita de los años 60.
Y mientras tanto los lobos nos devoran.