La más inicua historia jamás contada

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Día uno del año cero… Adán pone en marcha el reloj del tiempo, que hasta entonces no corría. Él y su cónyuge se zampan al alimón una manzana tan prohibida como la de Blancanieves. Yavé monta en cólera y marca con el estigma del pecado original a la pareja díscola y a todos sus descendientes. Pasan miles de años. La humanidad es ya un hormiguero de tribus enloquecidas, aunque no tanto como ahora. Al Sumo Hacedor, en su infinita misericordia, se le ocurre la absurda idea de trasplantar al vientre de un virgen casada con un carpintero, por fertilización artificial y aviaria, a su único hijo, encarnado en niño probeta. Éste crece sin honrar a su padre ni a su madre, se escapa de casa, es bautizado por un jipi loco, vagabundea, hace juegos de prestidigitación en las ferias y se inmola para salvarnos a todos. Sabido es, como dijo Tagore, que quienes predican el bien se olvidan, a menudo, de ser buenos.
Dice Iñaki Uriarte en uno de los volúmenes de sus espléndidos Diarios (Pepitas de Calabaza) que ese cuento inventado por san Pablo es, según algunos, y yo les doy la razón, el más dañino, por sus consecuencias, que jamás se le haya ocurrido a un ser humano.
Van a excomulgarme por tu culpa, Iñaki. Bueno… Te perdono, porque ya lo estaba.
¿Consecuencias? ¿Cuáles? Pues el igualitarismo, el socialismo, la Revolución francesa, la soviética, Keynes, Obama y Al Qaeda, entre otras y sin ir más lejos, pues las siete nos pillan cerca, aunque más lejos de lo que van ellas, en puridad, no quepa ir.
Mark Twain, otro réprobo, creía que el error divino consistió en prohibir a Eva la manzana, porque si le hubiese prohibido la serpiente, que no era venenosa, aquella mala mujer se la habría zampado. Nihil novum... Los chinos, y tantos otros, lo hacen: comer serpientes. Las angulas, a su modo, lo son, aunque ya sólo puedan degustarlas, debido a su precio, los destinatarios de convolutos.
No es tampoco la primera vez que cito en este blog la frase de Mark (no Marx) Twain, que me parece cargada de lógica y, por supuesto, de feliz sentido del humor. La encontré en un libro titulado, en la traducción española que yo, de niño, leí, Wilson el botarate. Podría haberlo escrito Wodehouse. Me parece que en otras versiones al castellano se llama Cabeza de chorlito.
De chorlitos y botarates andamos, últimamente, muy bien servidos.
Iñaki Uriarte asegura no saber si la historieta es tan nociva como dicen, pero el muy cuco, por si acaso, añade: “Séneca y san Pablo tenían la misma edad. ¿Cómo pudo ser que triunfaran las ideas del loco”.
Y no sólo triunfaron, sino que lo siguen haciendo, amigo Iñaki. Mira a tu alrededor: igualitaristas, socialistas, revolucionarios, Keynes, Obama, Al Qaeda… Eso es lo más asombroso.
Valgan estas reflexiones de vuelapluma a cuento de lo que se cuece en Roma. San Malaquías, cuyos vaticinios son tan apócrifos como podrían serlo otros manuscritos de reciente aparición en Caconia, asegura que el próximo Papa –Petrus Romanus–cerrará la lista. Los impostores, a veces, llevan razón. También dice que después de eso llegará el fin del mundo. ¿Habrá que añadir un dígito a la fallida cuenta de los mayas? Total, por un año…
Pero voy a ser optimista. ¿Y si, después de tanta iniquidad, llegase la revancha de Séneca?
Quiéralo Dios, aunque sea el del Sinaí.

© Elmundo.es 

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