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Pongámonos en antecedentes. Italia sufre un serio problema con la inmigración ilegal desde hace al menos veinte años. Primero fueron los albaneses que afluyeron en tromba. Tan grave fue la situación que hubo que improvisar campos de refugiados –en realidad, de concentración- para acogerlos. Uno de los más decididos defensores de esta medida fue el entonces alcalde comunista de Venecia, Máximo Cacciari. Después de los albaneses, comenzó el problema con los magrebíes y los subsaharianos. Y más recientemente, la invasión vino de Rumanía: miles de gitanos rumanos entraron ilegalmente en Italia, con la particularidad de que este grupo étnico ha sido renuente a cualquier forma de integración.
Hace pocos meses, cuando no gobernaba todavía Berlusconi, comenzaron las medidas de combate para forzar la integración de los gitanos rumanos. Ante esa perspectiva, los gitanos estudiaron otros posibles destinos. El más codiciado era España, según denunció la asociación de inmigrantes rumanos en nuestro país. Como los problemas continuaban, el asunto de la inmigración se convirtió en uno de los caballos de batalla electoral de las pasadas elecciones italianas. Berlusconi ganó por la mano.
El Gobierno que dirige Silvio Berlusconi aprobó este miércoles un proyecto de ley que define la inmigración clandestina como un delito, según declaró el ministro de Exteriores, Franco Frattini, al término del primer consejo de ministros de la legislatura.
Esta polémica medida ha sido incluida en uno de los tres proyectos de ley sobre seguridad e inmigración aprobados hoy y ahora tendrá que ser debatida en el Parlamento, donde Berlusconi cuenta con una amplia mayoría.
El Ejecutivo de centro-derecha también aprobó un decreto ley de inmediata aplicación en el que se agravan las penas a los ´sin papeles´ que delinquen, entre otras cosas. Fue rechazada, en cambio, la propuesta para que el Ejército ayude a la Policía a patrullar las áreas más peligrosas de las ciudades.
El Gobierno español se ha librado a todo género de insultos contra el Ejecutivo italiano, al punto de ocasionar una crisis diplomática: Berlusconi sería racista y xenófobo (De la Vega), incluso un loco (Aido). Sería bueno que esta gente explicara a la opinión pública española dónde ven ellos exactamente el pecado. Más aún: visto lo que pasa en España, ¿de verdad sería tan mala idea declarar delito la inmigración ilegal? ¿No sería una buena forma de acabar con las mafias del tráfico humano?
