O eso, o volver a la mano dura

Hay que prohibir la “crónica negra”

¿Estamos por un casual en la España de Los tambores de Calanda? Lo digo por los sucesos, terribles, que salpican tertulias y telediarios. De hecho, parece que toda la actualidad se ha reciclado en tema para aquel viejo periódico de la etapa de la Oprobiosa Dictadura, llamado El Caso, que iba de crímenes truculentos, en su mayor parte rurales, y de aconteceres de la España Negra. ¿Qué musitan con caras de ser más cursis que un puchero de garbanzos feng shui? ¿Que aquel periodicucho retrataba un país de tintes siniestros, que nada tiene que ver con la modernez del Ave, ni con el progreso actual del Estado del Bienestar?

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NURIA VAN DEN BERGHE
 
Bueno, discrepo: “bienestar” para quienes no estén puteados por créditos, letras e hipotecas, ganen buenos jornales, le den la revuelta a Hacienda interponiendo sociedades y hasta tengan “cultura del ocio”, que es cosa muy fina y de mucha categoría. Para el pueblo soberano, en su mayoría, el Estado lo es de Malestar, pasando fatigas y estrés crónico. Y encima con los informativos salpicando sangre y tragedias.
 
Nunca, como ahora, teníamos casi a diario asesinatos; de hecho, aunque reconozco que en los tiempos del Caudillo servidora vivía en otro país, a mí me parece que con Franco se mataba menos a las mujeres. Y no me digan que, como no existían libertades, las pobres féminas asesinadas se mantenían discretas y sin que trascendiera la cosa del ámbito doméstico. Muertas silentes. No. Un crimen es un crimen y si se cometía, salía de inmediato en El Caso, intervenía la Brigadilla, llevaban al criminal al Cuartelillo, le majaban a palos para que se le quitaran las ganas de volver a matar a nadie y, si un caso extremo, le daban el garrote vil, que era muerte muy de la Crónica Negra y de la España de sombras de Buñuel. Justicia había entonces. Y más dura que la de ahora.
 
¿Que la Justicia Antigua era más eficaz y disuasoria que las blandujerías y los garantismos actuales? Yo les contesto: ¿Odia el Diablo la Sagrada Hostia? Pero no deben ustedes decir nada bueno de los tiempos pasados, porque les llamarán “fachas hijoputas”. ¿Qué escupen con gestos de infinita insania pulmonar? ¿Que, hoy por hoy, ser “facha” es “lo más” del pijerío? Vale, digan lo que quieran. Ya sé, ya sé que, con el Franquillo, se cerraban las cárceles por falta de clientes, pero les digo que no era tan sólo porque las Fuerzas de Orden Público, los grises y los picoletos, imponían un respeto que te cagabas de miedo, eran otras cosas… Era que los hombres y las mujeres tenían otro temple, más bravío, más “verdad”, y dos hombres o dos vecindonas podían matarse a golpes y acabar en el dispensario, pero no se denunciaban, no acababan con la correndija a los Juzgados y “la denuncia”. Antes, los Tribunales trabajaban al ralentí. Hoy se encuentran saturados, porque se ha perdido el recelo a denunciar y se han perdido cosas viejas como “esto es cosa de hombres y entre hombres se queda”. La honra vieja ya no existe. Y todos denuncian a todos. Ya no hay “cosas de hombres”.
 
Bueno, algunas tradiciones se respetan y mantienen en el pueblo gitano, esa pincelada mágica de la historia remota, raza de caldereros y adivinos, de brujas y de costumbres celosamente transmitidas: el respeto sin fisura a los ancianos, el papel de la madre en la familia, la honra de las mocitas a mostrar con cinco rosas, lo que impide el puterío; el amor incondicional a los niños y el sentimiento, duro como el pedernal, de lealtad a la familia, al clan y a la raza.
 
¿Qué están comentando ahora con caras de jueztorres en ayunas? ¿Que soy, como rifeña-calorra, bastante sectaria? No. No lo soy. Sólo digo la verdad, mayormente para no pecar y afirmo que, así como el Tomate y las tertulias rosáceas eran una sublimación del Síndrome de Diógenes de la carroñería, las crónicas de sucesos, con personas perecidas en incendios, por emanaciones de gas, niños desaparecidos, padres destrozados, mujeres asesinadas por psicópatas hijoputas que, con la Oprobiosa Dictadura se pudrirían en el Penal del Puerto de Santa María, albanokosovares asaltando casas, ajustes de cuentas por trajines de drogas, pandilleros feroces y Policías y Guardias Civiles maniatados por malas interpretaciones de los “Derechos Humanos”, que son temática muy elegante para aplicar en exclusiva a minorías étnicas y a maleantes que acumulan detenciones (record en España, un argelino que pasa de las trescientas y sigue aquí, por sus cojones y la carencia de los nuestros); las crónicas de sucesos, digo, deberían estar prohibidas. Por mucho derecho que tengamos a estar informados. Pero la España Negra nos hiela el corazón, nos asusta, nos hace infelices.
 
Y si las leyes no se endurecen y no se desempolvan leyes de “Vagos y Maleantes” y de “Peligrosidad Social”, pese a los grititos de los profesionales de la buena conciencia; si no se reacciona con “tolerancia cero”, y es de esa dureza extrema de la que nos dan buena cuenta en telediarios… Si no hay nada de eso, pues mejor no dar más carnaza al morbo y no asustarnos más.

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