La mujer tiene más ambición vital que el hombre

Un defensa de la conciliación: vida familiar y vida laboral

La “cuestión femenina” ha terminado sustanciándose en una pregunta urgente: ¿Cómo conciliar la vida laboral y la vida familiar? Porque si la incorporación de la mujer al llamado “mercado laboral” ya es un hecho consumado, no lo es menos que este proceso ha tenido consecuencias serias en el plano de la familia y, por tanto, de la estructura social. Teresa Deira Lorenzo, directora de Canalconcilia.com nos expone su punto de vista: es posible aunar las dos cosas de manera que no se frustren las nuevas expectativas de las mujeres. Un argumento a tener en cuenta.

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Teresa Deira Lorenzo
 
Con la incorporación masiva de la mujer al mundo laboral estamos descubriendo que ella puede ser más exigente y ambiciosa en cuanto a planteamientos vitales que el hombre.
 
Históricamente hemos visto cómo los hombres venían optando por llegar a lo más alto en su trabajo. Buscaban desarrollarse profesionalmente a costa de mantener sus otras relaciones personales, y familiares –como padres, cuidadores y responsables del hogar- en un discreto y aparcado segundo plano. Por el contrario, las mujeres quieren incorporarse, sí, al mercado de trabajo y avanzan también en él, pero sin renunciar a algo muy importante: la vida personal y familiar.
 
Las mujeres quieren conciliar esas tres facetas clave en la vida y el equilibrio personal, como son: la vida laboral, la personal y la familiar. No es casualidad que este tema sólo se haya empezado a cuestionar y debatir públicamente y ocupar espacios, debates, leyes y propuestas de toda índole cuando la mujer ha venido a poner el problema encima de la mesa. ¡De todas las mesas!, desde las mesas de los políticos, pasando por las mesas de la negociación colectiva y terminando por las mesas de las cocinas –que es donde básicamente se cuestiona la corresponsabilidad y el uso del tiempo-.
 
Hasta ahora, casi desde el principio de los tiempos, las mujeres de todas las épocas sin conocimientos de macroeconomía, ni de política o de sanidad, han sabido desarrollar con su capacidad de trabajo y su intuición una inmensa labor aparentemente “invisible” pero necesaria e imprescindible para la buena marcha de las familias y de la sociedad en su conjunto. Han sabido sin apenas estructuras ni apoyos económicos o sociales de ni ningún tipo ir cubriendo y solventando, a coste cero para las arcas del Estado, problemas y necesidades que hoy requieren de una Ley de Dependencia, centros de día, guarderías, cheques-bebe, etc.
 
La Sociedad, con mayúsculas, se encuentra en un momento histórico de inflexión donde tiene el compromiso de decidir en qué dirección encaminarse y cómo rediseñar las nuevas formas de relación empresa-trabajadores/as- personas – familia.
 
Está claro que el modelo tradicional del hombre fuera y la mujer en casa ya ha dejado de existir en la cultura occidental. Es el momento de sentarse todas las partes implicadas a diseñar una nueva forma de relación, de compromisos y de responsabilidades, porque la mujer, si quiere incorporarse al mundo laboral, ya lo está haciendo, pero lo quiere hacer sin renunciar a pilares básicos para el desarrollo vital y emocional de la persona.
 
Tal vez por que la mujer ha demostrado ser más ambiciosa y exigente en cuanto a planteamientos y exigencias vitales que el hombre, y eso, lejos de asustarnos, debe servir de estímulo y acicate para buscar nuevas formas de organizar el tiempo y los modelos de producción, que sin duda alguna beneficiarán a hombres y mujeres por igual y a la Sociedad en su conjunto.
 

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