“Todas nuestras políticas sociales están basadas en el hecho de que su inteligencia (la de los negros) es igual que la nuestra, mientras que todos las pruebas apuntan a que esto no es cierto. (…) No hay ninguna razón que confirme que en personas que han estado separadas geográficamente durante su evolución, la capacidad intelectual haya evolucionado de manera idéntica. Este hecho no va a cambiar por nuestro deseo de otorgar los mismos poderes por razones de alguna llamada herencia universal de la humanidad.”
Estas son algunas de las cosas que ha dicho Watson. Su visita a Londres se ha visto perturbada por estas declaraciones. La conferencia prevista en el Museo de Ciencias ha sido cancelada. Las palabras del biólogo han desatado la polémica en la ciudad gobernada por el izquierdista Ken Livingston, y en el país de Charles Darwin. Watson estaba aquí para presentar su último nuevo libro: Avoid Boring People: Lessons from a Life in Science (“Evite aburrir a la gente: lecciones de una vida dedicada a la ciencia”). Aún tiene previsto participar en actos en las prestigiosas Universidades de Oxford y Cambridge.
James Dewey Watson es un doctor en Biologia Molecular estadounidense. En 1962 gano el Premio Nobel de Fisiología o Medicina junto con Francis Crick y Maurice Wilkins “por sus descubrimientos sobre la estructura molecular de los ácidos nucleicos y la importancia de éstos para la transmisión de información en la materia viva”. Watson es, además, un humanista secular y ateo. Esto, junto a lo anterior, lo colocan directamente en el olimpo de los dioses del progreso.
Pero lo malo, o lo bueno del mundo en todos sus aspectos, es que, en su complejidad, no se somete con facilidad a la herramienta humana. Ahora, este tótem de la Ciencia golpea con tranquilidad –y coherencia- en las cabezas de sus creyentes. Y el martillo del científico dice: las diferencias existen, amigos, y la utilidad y el sentido común (pero sobre todo la primera) exigen que se actúe en consecuencia.
A todo esto, las respuestas que Watson ha recibido no provienen del mundo científico, sino del ámbito ideológico-político. Lo que se le reprocha al Nobel es que sus declaraciones pueden alimentar a quienes desearían crear jerarquías sociales en función de la raza. Algo que Watson no ha dicho en ningún momento. En un terreno más cercano a la ciencia, como es el de la psicología social, las declaraciones de Watson han sido criticadas por lo que tienen de reduccionistas, al vincular directamente CI (cociente intelectual) y progreso social: este último no se basa tanto en el CI medio de una sociedad cualquiera como en las destrezas aprendidas por sus miembros en el proceso de educación.