¿Qué han dicho los alemanes?

El paso del Gobierno catalán por la Feria de Frankfurt deja un reguero de críticas

El paso de Cataluña –más bien, del Gobierno catalán- por la Feria de Frankfurt ha levantado mucha polémica en España, pero también en la propia Alemania, donde, en general, se ha reprochado a los organizadores de la Feria el pensar más en el ruido político que en la propia industria librera. “El concepto de invitado de honor debe servir para abrir la feria y expandirla, no para reducirla y airear viejos sentimientos nacionalistas”, escribe la periodista Margit Knapp. ¿Alguien le ha contado a usted qué piensan los alemanes sobre esta polémica? Nosotros lo hacemos: he aquí el artículo de Margit Knapp sobre “el invitado de honor”.

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MARGIT KNAPP
 
Cataluña es la controvertida opción como invitado de honor a la Feria del Libro de Frankfurt. El cambio de énfasis a la hora de elegir el invitado de honor anual refleja la manera en la que la muestra ha cambiado a través de los años —y no necesariamente para mejor.
 
De lo que trataba la Feria del Libro de Frankfurt era de ser un punto de encuentro internacional del mundo de la industria editorial. El invitado de honor, normalmente un país o una región, juega un papel especial en extender dicha idea, sirviendo como foro de interacción entre países, regiones culturales y lingüísticas, así como facilitar la negociación en la venta de derechos editoriales. Los expertos están de acuerdo en que la presencia de un invitado de honor en la feria es un importante factor de promoción económica.
 
Ahora bien, la relevancia del concepto “invitado de honor” ha sido cuestionada una y otra vez durante los últimos años. ¿Se trata todavía de una viva plataforma de discusión?, ¿o ha degenerado en una oportunidad para turismo de autosatisfacción y promoción propia libre de críticas?
 
El caso de Cataluña
 
El debate se ha calentado especialmente a causa de la elección de Cataluña como invitado de honor de este año, una pequeña región lingüística con controvertidas políticas culturales. Las áreas donde se habla catalán, además de la propia Cataluña, son las Islas Baleares, Valencia, el pequeñísimo Principado de Andorra, unos cuantos pueblos de la región española de Aragón y la comunidad de L’Alguer en la isla italiana de Cerdeña.
 
El Catalán disfruta de distintos niveles de oficialidad en la mayoría de dichas regiones. Pero Cataluña ha causado un alboroto significativo con su cerrada política de no incluir en su definición de Literatura Catalana a los muchos catalanes que escriben en Español.
 
El gobierno regional catalán ha contratado al Instituto Ramón Llull, una organización cultural similar al Instituto Goethe en Alemania, para que organice la exhibición. El instituto lleva el nombre de un erudito medieval mallorquín que, en el siglo XXIII, cuando el Latín era la lengua de la Filosofía, la Teología y la Poesía, usó las lenguas romances para escribir sobre el diálogo entre los mundos cristiano y musulmán. Pero el instituto ha retenido muy poco de esa memoria cosmopolita.
 
A causa de la prohibición del uso oficial del Catalán durante la dictadura de Franco, muchos catalanes tienen un vivo interés en subrayar la independencia e importancia de su lengua. Y hoy, aunque Franco lleva muerto 32 años, está más lejos que nunca una relajada coexistencia cultural entre el castellano y el catalán. De hecho, la balanza parece inclinarse hacia la posición contraria, con ciertas tendencias nacionalistas comunes en las regiones donde se habla catalán.
 
Las rivalidades en España condujeron a calentar las discusiones en la preparación de la feria del libro. Sergi Pámies, uno de los mejores autores en catalán, declinó la invitación de acudir a la Feria de Frankfurt, diciendo que prefería no ser explotado con propósitos nacionalistas.
 
¿No debería una feria internacional del libro invitar países y regiones, así como sus invitados de honor, que expandan su perspectiva en lugar de reducirla, y que abran la feria a nuevas direcciones en lugar airear viejos sentimientos nacionalistas?
 
Fue Volker Neumann, el anterior presidente de la feria (de 2002 a 2005), el que invitó a Cataluña, aparentemente sin considerar la problemática de invitar a una región lingüística en la que el nacionalismo está prosperando más que en otras partes de Europa. Los críticos ya han adelantado que elegir Cataluña ha reducido el concepto de invitado de honor.

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