Vox, chollo liberalio

La clarividencia del gran Hughes analizando los dilemas en los que se halla inmerso Vox.

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La colocación general de las personas me alegra. Incluso la colocación particular. Sucede igual con la lotería. Cuando veo el júbilo de los premiados soy ligeramente feliz, aunque no juegue.

Ahora ha habido un reparto de cargos, una pequeña pedrea en Madrid, cuna de la Libertad continental en su versión terracil. El Milagro Económico de Madrid, la Libertad Que es Madrid no está reñida con el carguito y la pequeña colocaçao, lo cual está muy bien. Yo soy partidario (además en serio: la gente se tiene que colocar, el drama humano de qué hacer debe ser resuelto).

En esta ocasión han sido personas de índole liberal y también exciudadana. Nada en contra. El liberalismo se hace de liberalismo, se hace de liberales, ¡no se puede quedar ni uno fuera!

Lo curioso del asunto es que todo parte del apoyo de Vox. Sin Vox, no habría nada de eso. Cuando Vox empezó, Ayuso y Almeida eran unas personas muy dignas pero con un relieve político escaso. Vox inicio su campaña, recibió todo tipo de descalificaciones e improperios, Ortega Smith se convirtió en una especie de meme denostado universalmente y, meses después, el resultado fue que Ayuso y Almeida eran poderosas figuras emergentes de un Nuevo PP.

La ingrata labor de Vox, contra el mundo y contra la hegemonía, ha deparado otro efecto sorprendente: ir colocando también a los de Ciudadanos.

Ahora que se corre el Tour, recurramos a ese deporte lleno de realismo: Vox tira y tira contra el viento en una larga y solitaria escapada pirenaica y cuando llega el final, sin dar ni un relevo, el chuparruedas se lleva el maillot amarillo y, para colmo, el de detrás le levanta la meta volante.

Casado no ha retirado las palabras que dedicó a Vox, pero Vox le ha hecho un hombre en Andalucía y Madrid, y ahora son los exciudadanos los que se benefician. Con el voto de Vox, con el sí del nefasto populismo, se coloca la finura liberal, rama mercados o rama ilustración.

Vox recuerda a un nadado que bracea incansablemente, pero se encuentra dentro de unas corrientes, que le llevan en dirección contraria

Una pequeña mariposa bate sus alas en el Pekín, un liberalio se coloca en Madrid… Es el Efecto Mariposa dentro del más grande Efecto Ayuso, pero la mariposa es Ortega Smith o Monasterio a punto de ser descalabrada en “Nuestros Barrios”.

Vox recuerda a un nadador en mar abierto. Nada, bracea incansablemente, pero se encuentra ahora mismo dentro de unas corrientes, más poderosas, que le llevan en dirección contraria. Esas corrientes son el Tinglao, y su sutil juego de fuerzas y mareas. El Tinglao es una cosa divina: parece simple, pero tiene un diseño superior. En las fractalidades del consenso es posible ver el misterio de la creación, ver incluso a Dios.

¿Qué podría hacer Vox? ¿Seguir nadando ciegamente hasta conseguir salir del remolino o salir de otro modo, cambiando la estrategia? Alejarse del PP radicalmente, marcar distancias con el PP, no-tocar-con-un-palo al PP le llevaría a una oposición contra el régimen mayor. Una actitud de absoluta oposición contra la corrupción y la inercia institucional. No solo contra el nacionalismo destructor de España, no solo contra el “consenso progre”, sino contra ese otro consenso no visible (o menos visible) que han formado con su alternancia el PP y el PSOE y que descansa en el juego institucional.

  • Nivel 1: separatismo
  • Nivel 2: ideología izquierdista hegemónica
  • Nivel 3: el teatro sutil, perfecto, autorrenovable del PPPSOE…

Incidir en este tercer nivel exigiría renovar algunas cosas y reforzar la crítica y la soledad de ese partido, pero no necesariamente extremarse a la derecha. Podría bastarles con todo lo que desborda el consenso, que ahora es casi casi la realidad misma: desde la biología hasta la geopolítica pasando por la historia reciente de España, el conflicto generacional o la desigualdad rampante. Ese tercer nivel exigiría entrar de lleno en la Constitución, la mitología entera del 78, el funcionamiento de las instituciones y hasta el sistema electoral.

Por titánica que haya sido la labor de Vox en los niveles 1 y 2, parece que nada tendrá efectos serios, reales, definitivos sin entrar en el 3.

Esto, especulado aquí con cierto apremio, es muy difícil, claro, y es la Madre del Cordero. No tiene que ser fácil. Es muy difícil, me doy cuenta. Pero el efecto real, innegable, que hay que hacer constar es que la energía que genera ese partido, la energía renovadora y disruptiva, por ese juego de esferas existente acaba aprovechándola el PP, que, recolocado ya, empieza a colocar a lo que llega de Cs. El PP de Madrid, no lo olvidemos, presenta algunos matices interesantes. Por un lado hace la gilesca “guerra cultural” con Ayuso, pero también va “ciudadanizándose”, como es visible por su política cultural, y de cargos. La izquierda dice que es un PP duro, cercano a Vox, pero es más bien algo múltiple: por un lado, y mientras mantiene el neoliberalismo clásico suyo (libertad económico, aquí el dinero), desarrolla o va germinando la reconstrucción de un discurso liberal que recompone lo de Ciudadanos, el centrismo, el liberalismo más articulado en lo cultural. La tercera pata es el populismo chulapón de Ayuso.

Esto es un peligro para Vox, pues el centrismo español, de pretensiones neuronales e ilustradas, sí propone una guerra cultural de segundo grado que se hace desde un punto de vista liberal que critica unos excesos de la izquierda de los que no se sienten responsables. Así, habrá una crítica al feminismo, pero liberal, y sucesivas críticas culturales pero matizadas. Con apoyo mediático (hay captación pepera también de firmas ‘que vienen de la izquierda’) y con Ayuso haciendo sus aspavientos (en una mano un capote, en otro el arco iris), le pueden ir quitando el sitio a Vox en esa crítica legítima al edificio ideológico actual. Es un peligro real para ellos.

El PP madrileño es neoliberalismo del eterno revival aznaril

El PP madrileño es neoliberalismo del eterno revival aznaril, populismo Ayuso, y germinación de un discurso centrista que articula una batalla cultural no conservadora y, por descontado, no religiosa (y, por tanto, poco incómoda, en el sentido de que sus conclusiones no son “contra corriente”, sino que pueden pasar como salvedades del sentido común al exceso socialista -aunque jamás será esgrimido el sentido común, sino el cerebralismo afrancesado o lilla-pinkeriano).

Sin entrar de lleno en ese nivel 3, al anillo de lo institucional, por tanto, un porcentaje del trabajo de Vox se le va a ir al PP, como una pérdida de energía inevitable o una entropía que está en el mismo sistema.

 © ABC

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