EMC (Madrid). Los medios gubernamentales, que son mayoría, ya han informado sobradamente de las ideas de Zapatero sobre la bonanza económica española. Básicamente, todo se reduce a la siguiente afirmación: 2006 ha sido el mejor año económico de la democracia y, eso sí, España tiene retos por delante. Zapatero subrayó especialmente el valor económico de la lucha contra el cambio climático. Nadie preguntó por qué. Sin embargo, desde los corrillos de la propia Bolsa hasta la prensa internacional, los reproches han llovido sobre el presidente del Gobierno.
El Financial Times ha sido expeditivo: Zapatero organiza un gran acto de carácter aparentemente económico para desviar la atención de los problemas reales de España y, en particular, del problema terrorista. Este mismo argumento ha sido subrayado por otras muchas voces: con la opinión pública –o lo que queda de ella- centrada en las listas de Batasuna y en el juicio del 11-M, el presidente del Gobierno habría tratado de desviar la atención ofreciendo un balance sonrosado del presente español. Esa es también la razón por la que Zapatero no ha ofrecido este balance en el Parlamento, sino en un ámbito donde nadie le iba a contestar.
Esta cuestión del balance es el segundo gran reproche que se dirige a Zapatero: en realidad, el PSOE puede hacer poco balance porque desde su llegada al poder no ha tomado ninguna medida de calado en el campo económico. Toda su política económica se ha limitado a seguir el camino marcado por los equipos de Rodrigo Rato hace ya diez años. Los datos macroeconómicos de España mantienen la misma tendencia que entonces. La política económica de Zapatero ha consistido en no tener política económica; lo cual, por cierto, agrava los problemas que arrastrábamos en materia de competitividad y productividad. El único cambio real que se ha vivido en estos años afecta a las economías particulares de los ciudadanos.
He aquí el tercer reproche: la economía de los ciudadanos dista de ser “la mejor de la democracia”. Han subido las hipotecas, las tarifas de servicios y la presión fiscal. Los salarios, por el contrario, apenas se han movido. Los ciudadanos, hoy, no viven mejor que hace cuatro años, sino peor. La única magnitud de la que podría decirse que ha mejorado, que es tal vez la del empleo, queda sometida a la grave reserva de que los contratos temporales ya son norma, pese a lo mucho que los socialistas denunciaron este asunto cuando eran oposición. Tampoco hizo Zapatero la menor referencia al problema de la inmigración ilegal ni al evidente colapso de ciertos servicios públicos.
Inversamente, las economías de los ricos han mejorado. El reparto de la riqueza en los últimos años ha beneficiado más a las economías más poderosas, especialmente porque la presión fiscal ha recaído sobre los ciudadanos de rentas medias o bajas. La estampa de la Bolsa de Madrid, con la crema y la nata de la gran finanza española aplaudiendo al líder socialista, quedará sin duda como una de las más llamativas de la presente campaña electoral. Porque estamos ya en campaña. Y eso lo explica todo.