Jorge Sanz de niño como Conan el Bárbaro, las trágicas pero didácticas historias de tu tío abuelo que combatió en la última guerra civil y sobrevivió de milagro a la batalla del Ebro en el bando en que le tocó luchar (rodeado de bárbaros), el C.4, cuarta versión del autogiro de Juan de la Cierva, Un hombre en apuros (recopilación de artículos periodísticos) de Jorge Berlanga que de tanto apurarse falleció demasiado pronto, José Luis de Vilallonga —impresentable vividor, aunque buen escritor— actuando en la segunda parte de la trilogía de la familia Leguineche de Luis García-Berlanga (padre de Jorge Berlanga), la trilogía cinematográfica de la imaginaria familia Leguineche, la leche frita, los tres primeros tomos de las imprescindibles memorias de Vilallonga en cuatro tomos (aunque el cuarto sea menos interesante), haber superado las tres guerras carlistas y que sigamos existiendo como nación, la trilogía de Los gozos y las sombras de Gonzalo Torrente Ballester, los pescadores gallegos y sus embarcaciones.
La Cofradía de Pescadores Santa María de Sábada en Asturias que se encarga de la gestión de la lonja de Lastres, los pescadores y trabajadores conserveros de Cantabria que logran que las anchoas de calidad superior pescadas en el Cantábrico, sobadas a mano y en su justo punto de sal, sigan siendo elaboradas de forma artesanal siguiendo los procesos tradicionales de los conserveros cántabros que mantienen una industria viva para que mi padre y otros españoles se las coman, aunque yo prefiera el boquerón en vinagre soltero y sin matrimonio.
La industria de Gijón, la guerra milenaria entre Oviedo y Gijón o entre Villarriba y Villabajo que tan bien nos representa como españoles cainitas, Duelo a garrotazos de Goya, el arco del final del todo que no sale en las postales del acueducto de Segovia, el escondite de Huesca en el que metieron el Santo Grial mientras los caballeros del Rey Arturo se ahogaban en ciénagas de leyenda buscándolo sin éxito, Ramón J. Sender, que era de un pueblo de Huesca, las tres trilogías de Crónica del Alba que Sender tuvo que editar en el exilio, la peli homónima con Jorge Sanz de nuevo, la tristemente desaparecida Paloma Gómez y un mejicano Anthony Quinn metido con calzador en un pueblo de Huesca que habla con la lengua que llevó Hernán Cortés a Méjico cuando sedujo a La malinche con su ágil labia de mal estudiante y su mirada inteligente de estratega gallardo de ultramar.
Imán, de Ramón J Sender que cuenta las desventuras de los españoles en la guerra del Rif en la que perdimos tantos españoles. El humor reconciliador de Miguel Gila: «¿Está el enemigo? Que se ponga», el fusilamiento real del soldado republicano Miguel Gila durante la última guerra civil y su imprescindible autobiografía en la que cuenta, entre otras muchas cosas, cómo fue fusilado por un piquete de moros que, tras violar entre todos a una mujer franquista, lo fusilaron a él y a otros prisioneros republicanos. Las palabras son de Miguel Gila (no mías) y si ya no les hace tanta gracia este manifiesto (como quizás les hizo la parte I y la parte II) les puedo asegurar que a mí tampoco me gusta tener que escribir la verdad. Por eso, hoy más que nunca hace falta reivindicar a la izquierda patriota y honesta de Gila para apartar a la izquierda multiculturalista, endofóbica, totalitaria, antiespañola, antioccidental y llena de odio y desterrar a la derecha globalista, corrupta, ignorante, plutocrática y suicida. Ya que ambas desean acabar con España, con Europa y con Occidente. Una España tolerante y abierta no ha de confundirse con una España suicida y estúpida.
La enorme suerte que tuvo España de que Miguel Gila sobreviviese de milagro, gracias a la protección de unos legionarios del ejército nacional que odiaban a los moros a pesar de estar en el mismo bando (palabras textuales de Gila de nuevo, no mías). Esa es la historia de la anónima mujer cordobesa, de Gila y del cabo republicano Villegas al que Gila salvó la vida aunque luego le amputasen una pierna. Es también la triste historia de Sender que se tuvo que exiliar tras perder a su mujer asesinada y luchar una guerra cainita en el bando perdedor. No se puede cambiar la Historia (por mucho que algunos lo intenten) aunque no sea tan divertida como la guerra que Gila contaba en los escenarios. La jocosa guerra de Gila, antes de que tuviésemos teléfonos móviles, espero que sea un toque de atención para que no tengamos otra en serio. También deseo que nuestros políticos lean estas líneas en las tablets que les hemos pagado porque estamos muy hartos de su perenne guerracivilismo, sus cortinas de humo y sus luchas intestinas. «¿A qué hora piensan atacar mañana? ¿No puede ser por la tarde, después del fútbol?».
La victoria de la Selección Española Sub-17 en el Mundial femenino de fútbol de 2018, que manifiesta que nuestras chavalas son las mejores y que los españoles necesitamos hijos para tener un futuro cargado de esperanza y victorias, porque con la actual tasa de natalidad (la segunda tasa de natalidad más baja de toda Europa) los europeos (especialmente los españoles y otros europeos meridionales) estamos condenados a la extinción de la población autóctona, a la desaparición total como nación y a la derrota segura. Nuestra tasa de natalidad está muy por debajo de nuestra tasa de reemplazo generacional. En cristiano, eso significa que si el gobierno de España (sea de izquierdas o de derechas) no protege la natalidad autóctona (incluyendo la de los europeos comunitarios que sean residentes permanentes en nuestro país, puesto que la UE no permite discriminación entre sus habitantes) y las españolas nativas, y las europeas residentes no tienen, al menos, dos hijos por mujer, nuestra gente será sustituida por otra gente (y no todos serán tan integrables como Niko el judoka georgiano español de la parte II) con la transformación cultural que ello conllevará. La identidad se desintegrará. Es Demografía y es Sociología, no es Ideología. Palabra de sociólogo.
No es xenofobia sino Análisis Demográfico básico y Antropología Social para dummies. Para que una cultura prevalezca como hegemónica hace falta un grupo mayoritario que la transmita y la defienda. Si la población autóctona deja de reproducirse y sólo se reproducen los no europeos y no españoles, la cultura española, su herencia antropológica y cultural, se perderá. Se pondrá así en peligro nuestra supervivencia.
En una sociedad multiétnica y multicultural donde la mayoría se extingue y parte de las minorías que se reproducen con mayor aceleración en la sociedad de acogida no se integran porque prefieren mantener la cultura de origen de sus ancestros –que, en ocasiones, es incompatible y contrapuesta a la cosmovisón de la sociedad de acogida– la cultura original se acabará convirtiendo en la cultura minoritaria y en ocasiones perseguida. Espero que el gobierno de turno, sea de izquierdas o de derechas, se percate de esta realidad y comience a proteger la natalidad de la población autóctona a la par que integra a las minorías. Se puede ser español de cualquier color de piel, siempre y cuando se abrace nuestra cosmovisión, nuestra civilización y nuestra forma de vida. En cualquier caso hay que permitir que la población autóctona se reproduzca y tenga derecho a existir y a seguir siendo la mayoritaria en la tierra de sus ancestros.
No se puede dar pábulo a planteamientos y costumbres antioccidentales y antiespañolas, como se está haciendo con agendas mediadas por intereses políticos cortoplacistas, sin pensar en las consecuencias futuras, protegiendo la natalidad de los no europeos mientras se castiga a los autóctonos mediante un sistema fiscal que no les ofrece ayudas para su supervivencia. Españoles de izquierdas, centro y derecha tienen derecho a existir y reproducirse en España porque es la tierra de nuestros ancestros y tan solo se puede defender una cultura desde la reconciliación y la repoblación para que las siguientes generaciones la defiendan. Una Europa sin europeos autóctonos y una España sin españoles autóctonos es un suicidio demográfico y cultural. Los que defienden la extinción son traidores y este manifiesto carga contra ellos sin precisar del falaz paraguas de la ideología.
Nada tienen que ver estas nuevas izquierdas, suicidas y globalistas, con Gila, ni con Pérez Galdós (Parte II). Tampoco quieren conservar la nación y sus tradiciones estas nuevas derechas que buscan nuestro genocidio a través de la importación de un ejército proletario de reserva que les permita bajar los salarios aunque eso impida que los españoles autóctonos puedan reproducirse. Nada tiene que ver esa derecha con Menéndez Pelayo (Parte II). Son traidores y sus antepasados se avergonzarían de ellos. No nos representan como nación ni los unos ni los otros.
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