El comunicado de ETA anunciando que rompe el alto el fuego ha supuesto un profundísimo giro en la política del Gobierno. En poco más de veinticuatro horas hemos pasado de la tolerancia más patente hacia el mundo de Batasuna-ETA, a una multiplicación de los gestos de firmeza y rigor. Cambio que se hace más notable por el hecho de que el Gobierno, en su momento, negó estar siendo blando con ETA. Veamos:
1. Dijo el ministro de Justicia, Bermejo, que Acción Nacionalista Vasca no era Batasuna-ETA. Pero dice ahora Bermejo que el Gobierno vigilará atentamente "el día a día" de Acción Nacionalista Vasca, y que prestarán, como "observadores de la realidad", la atención que se exige "para reaccionar adecuadamente". Porque "a tiempos cambiantes, soluciones diferentes".
2. Dijo el mando único de
3. Dijo el juez Garzón –hace tres meses- que Otegui podía viajar a Irlanda, y que no había riesgo en ello. Dice ahora Garzón que Otegui no puede viajar a Sudáfrica.
4. Dijo el Fiscal General del Estado, en marzo pasado, que había que retirar las acusaciones contra Otegui por enaltecimiento del terrorismo. Esta misma semana, el jueves,
5. Dijo el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que el traslado del etarra De Juana a un hospital de San Sebastián no era trato de favor, sino escrupuloso seguimiento de directrices penitenciarias y sanitarias. Dijo eso y ya no dijo nada más, porque el escándalo era ensordecedor. Pero dice ahora Rubalcaba que “las circunstancias han cambiado y el Estado tiene que ser firme e inteligente atendiendo a las circunstancias”.
Sobre todo firme, en efecto.
Estrategias de comunicación
Es evidente que el Gobierno está buscando una estrategia de comunicación adecuada, es decir, una manera de sacar la pata, después de haberla metido hasta el fondo en el proceso de negociación con ETA. Esa estrategia de comunicación, según parece, empieza a girar en torno a un discurso “tacticista”: adaptarse a las circunstancias, responder según el contexto. Una estrategia discutible cuando se trata de materias relacionadas con terrorismo, con crímenes, con justicia, con delitos, porque unos mismos sujetos no pueden ser culpables o inocentes “según las circunstancias”. Así el Gobierno está cayendo en la mayor indigencia moral.
En lo que no ha cambiado el discurso socialista es en la estrategia de señalar al Partido Popular como responsable de todos los males. El secretario de los socialistas vascos, Patxi López, que ha jugado un papel protagonista en el proceso de acercamiento a ETA y que se entrevistó formalmente con Otegui, dice ahora que el que tiene que rectificar es el PP por haber criticado al Gobierno. ¿Y López no tiene que rectificar por haberse entrevistado con un señor que acaba de ser encarcelado por enaltecimiento del terrorismo?
En el mismo frente de culpar a la oposición incide el mencionado ministro Bermejo, que en su día recomendó “algún tipo de fármaco” al PP para digerir la presencia de ETA en las elecciones a través de ANV, pero que esta semana proclamaba que “la unidad de los demócratas es la mejor medicina” (venga discurso sanitario) para la lucha antiterrorista. “Algún día cada uno abonará su factura, y el PP la suya", amenazó Bermejo, que precisó: “Los hechos son tercos, pero la manipulación acaba desnuda ante la opinión pública”. En esto último no cabe sino darle la razón.