Quizá el hecho de tener un calzonazos como vicepresidente quizá no sea tan grave en una sociedad repleta de ellos.
Así que Pablo Iglesias es el nuevo Vicepresidente del Gobierno...
El extremo peligro de este señor no es tanto que sea un comunista sino que es... un calzonazos.
Es normal que al Excmo. Sr. D. Pablo Iglesias Turrión le gustase, para vivir, un paraje como la pedanía de La Navata, en Galapagar, en la sierra noroeste de Madrid.
La Navata, y toda esa comarca, cuenta con amplias extensiones de bosque de encinas, con el río Guadarrama descendiendo cantarín, con un aire magnífico, y, a medida que el término municipal va lindando con el de El Escorial, el bosque mediterráneo continental, se va transformando paulatinamente en una foresta de robles, castaños y pinos de montaña.
Lo dicho, a quien esto escribe siempre le ha parecido uno de los paisajes más bellos del mundo, con esas formaciones graníticas, con el pantano de Valmayor y esa maravillosa vista del monasterio más grande de la tierra (después del de Lhasa, en Tíbet)
Recuerda no poco a las Highlands escocesas.
Por tanto, querer vivir por allí es un impulso más que comprensible.
Probablemente, el Vicepresidente andaba detrás de una casita unifamiliar sencilla, sin ostentaciones, con un jardincito, construida con granito y pizarra, de las que tanto abundan por allí.
Pero es más que probable que su señora, cual Lady MacBeth, le presionara para que compraran la célebre casa con piscina de serpentina y tinaja-fontana, que tanto recuerda a la Mansión Playboy de Hugh Heffner.
Más adelante, su señora —esto es una conjetura, pero plausible— le convenció para que cambiara el nombre del partido en el que ambos militan por UNIDAS Podemos.
Más adelante se tomó una baja por paternidad en un momento inoportuno.
Los calzonazos son individuos peligrosos: no son esa especie de memos caricaturizados como el primer ministro consorte Denis Thatcher.
La humanidad ya fue condenada por culpa del calzonazos primigenio: Adán.
El estereotipo de calzonazos, siempre manduqueado por su señora, manipulado, presionado, oprimido, maltratado, sometido a larguísimas temporadas de “huelga de piernas cerradas”, constantemente amenazado con divorcios ruinosos (para él), soportando alienaciones parentales, lanzamiento de jarrones, “tratamientos de silencio”, bofetones, mandoblazos de rodillos de cocina, patadas en los testículos, gritos, malas palabras, malas caras, interminables sesiones de compras en los centros comerciales, larguísimas reuniones familiares (políticas), desprecios de cuñadas, suegras, amigas de la parienta, encornudamientos y apaleamientos... es una persona que va acumulando, acumulando todas estas afrentas y desaires con una sonrisa, con docilidad, pero el veneno va creciendo dentro, cada día más y más...
Esa ponzoña termina destilando en todas sus relaciones externas, y si esta víctima tiene poder político, eso es algo terriblemente pernicioso para la sociedad sobre la que lo ejerce.
Ciertamente no se puede dormir tranquilo con un perfil de estas características al frente de ningún gobierno de ninguna nación.
El hecho de tener un calzonazos como vicepresidente quizá no sea tan grave en una sociedad repleta de ellos.
La humanidad ya fue condenada por culpa del calzonazos primigenio: Adán. Y a lo largo de la Historia podemos encontrar un sinfín de casos, entre ellos el de Herodes Antipas, cuyo caso fue tan lejos que fue acalzonazado no ya por su mujer, sino por su hijastra, lo cual es el colmo. ¿Y cómo no mencionar el caso de Claudio y Mesalina? El problema de Claudio no es que su mujer fuera una ninfómana de campeonato (de campeonato con Escila), ya que una esposa golfa puede ser una gran fuente de satisfacción para un marido igualmente libertino, sino que el pobre era un bendito que luego ni se atrevía a tocarla en el lecho imperial por no importunarla y mancillarla.
Aunque, en realidad, visto con más amplitud, el hecho de tener un calzonazos como vicepresidente quizá no sea tan grave en una sociedad repleta de ellos. El Fary fue un gran visionario con su “hombre blandengue”.
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