EMC (Madrid). Nada en el largo y opaco “proceso de negociación” del Gobierno con ETA puede entenderse si no reparamos en lo siguiente: cada cual juega su propio juego, pero ambos están muy interesados en seguir jugando. Cada parte tiene unos objetivos que van mucho más allá del “proceso”, pero el “proceso” es, para ambos, absolutamente fundamental. Estas son las posiciones:
Lo que quiere ETA-Batasuna
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Objetivo máximo: Proclamar en el País Vasco una república independiente de corte socialista que comprenda las tres provincias vascas, Navarra y las provincias vascas francesas.
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Imperativo político: Convertirse en vanguardia de todas las fuerzas nacionalistas vascas.
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Instrumentos: Acción terrorista (manifiesta o potencial, en todas sus formas), presencia política en las instituciones (a través de Batasuna), influencia social y cultural a través de las redes implantadas desde 1977.
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Objetivo político inmediato: Constitución de dos mesas de negociación, distintas pero vinculadas entre sí: una ventilará la creación de un marco adecuado para la autodeterminación; la otra, la solución práctica del “conflicto armado”.
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Objetivos estratégicos:
a) Presos: acercamiento al País Vasco y posterior excarcelación de los presos etarras.
b) Autodeterminación: que se reconozca el “derecho a la autodeterminación” del País Vasco y se celebre un referéndum donde los ciudadanos vascos decidan independizarse de España.
c) Navarra: progresiva anexión de Navarra al País Vasco, primero a través de instituciones comunes, después mediante fórmulas políticas de anexión directa.
d) Presencia política: participación del brazo político de ETA en las elecciones, presencia en las instituciones vascas, poder municipal y autonómico con las consiguientes fuentes de financiación.
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La táctica de ETA:
La del torturador: golpear un poco, esperar resultados; si son insuficientes, golpear más para volver a esperar y, en su caso, volver a golpear.
Lo que quiere Zapatero:
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Objetivo máximo: Implantar en España un nuevo modelo político de corte casi confederal, una ampliación del Estado de las Autonomías donde, supuestamente, se resolverían al mismo tiempo el problema nacionalista y el problema terrorista, bajo la dirección de un PSOE hegemónico.
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Imperativo político: Asegurarse la hegemonía política en España mediante la exclusión de facto de la derecha y la construcción de pactos permanentes y renovables con las minorías nacionalistas. Para ello es fundamental poder exhibir como logro la desaparición del terrorismo.
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Instrumentos: Atenuación de las herramientas políticas, judiciales y policiales del Estado: condiciones penitenciarias más cómodas para los presos etarras, dosificación de las medidas policiales contra el terrorismo y la kale borroka, indulgencia judicial para con la órbita política y económica de Batasuna-ETA; al mismo tiempo, empleo masivo del poder mediático de la izquierda para ofrecer a la ciudadanía una promesa de paz.
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Objetivo político inmediato: Obtener de ETA-Batasuna un comunicado público que anuncie el final definitivo de la violencia y la voluntad inequívoca de canalizar todas sus aspiraciones a través de las instituciones democráticas.
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Objetivos estratégicos:
a) Difundir entre la opinión pública española la convicción de que es posible “la paz” y que el Gobierno “tiene derecho” a intentarlo.
b) España confederal: estiramiento del marco autonómico hasta constituir un sistema de “realidades nacionales” donde podrían caber las aspiraciones del nacionalismo vasco. El límite de la integración europea haría imposible saltar desde ahí hasta el “soberanismo”.
c) Neutralización política, ideológica y moral de toda oposición al “proceso”: víctimas del terrorismo, movimientos cívicos, etc., que han de ser presentados como “enemigos de la paz”.
d) Presencia política: lograr que la denominada “izquierda abertzale” participe en las instituciones democráticas, con el requisito previo de una condena formal del terrorismo y/o la violencia.
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La táctica de Zapatero:
La de la damisela: ceder un poco, crear expectativas; frustrarlas, volver a ceder, aumentar las expectativas, y así sucesivamente.
En qué coinciden las dos estrategias:
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Alterar el actual diseño del Estado, fragilizando la unidad nacional española.
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Buscar un lugar para la órbita de Batasuna en la política institucional.
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Excluir a la derecha española, obstáculo para el proceso.
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Interés mutuo en seguir estirando en el tiempo las expectativas despertadas por el “proceso de paz”.
Que cada cual saque sus propias conclusiones.