Sexo en Galapagar

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La ministra de relaciones sexuales, erotismo, placer y genitales, posa, junto a sus comparsas, con descaro y sinvergonzonería, en lugares varios de Nueva York y aquí no pasa nada. Si la foto se acompañase con palabras tipo: “Jódete tío, tú no tienes nada, pero nosotres semos felices”, seguiría pasando desapercibida para la gran masa coral de este país. Cual protagonistas de aquella serie de renombre en la que cuatro mujerzuelas empoderadas, profesionalmente reconocidas y empedernidas amantes de la moda y el gasto sin control, arrasan sus visas por la quinta avenida con el firme propósito de buscar la felicidad entre bolsos y zapatos que les lleven al mejor de los complementos: un hombre apuesto, millonario y, a ser posible, no muy castigado por la vida. Pero entre la ficción y la realidad media un abismo y, junto a nuestra superfeministra Irene Montero, la secretaria de Estado de Igual da, Ángela Rodríguez Pam, autodefinida como bisexual y luchadora frente a la gordofobia, la jefa de gabinete, Lidia Rubio, y la condenada por agresión a la autoridad, Isa Serra, cuatro treinteañeras que suman sueldos anuales en torno a los 350.000 euros. No nos meteríamos con ellas (o sí, vaya usted a saber) si el parné del viaje hubiera salido de sus bolsillos, otrora zarrapastrosos, hoy de alta costura.

Conocidos los actores, cabe preguntarse si el fin u objeto del viaje gozó de una importancia tal que justifique semejante prodigalidad. Este no fue otro que una reunión con ONU mujeres y asociaciones feministas diversas para tratar de la ley del aborto. Nuestra portaestandarte, muy lozana, no paró de echarse flores sobre los avances conseguidos al respecto durante su ministerio. Y yo, como ustedes, me pregunto: ¿por qué no predicó usted, ninistra, con el ejemplo cuando quedó en estado de buena esperanza? ¿Quizás porque el limosnero era, por aquel entonces, el macho alfa de Unidas Podemos? Un error lo comete cualquiera, pero…¿tres?

¿Imaginan ustedes el medio de transporte utilizado para cruzar el charco? En efecto, se trata de un barquito de vela que, aprovechando las mismas corrientes que los marinos ingleses de hace quinientos años, las depositó en su ansiado destino. ¡Con cuatro feministras por banda, chocho en popa, a toda vela! Demasiado bonito para ser cierto. En tal caso, el título de este artículo hubiera sido “Naúfragas” en lugar del elegido. ¡Lástima que el título sea “Sexo en Galapagar”! A lo Carrie Bradshaw, ni cortas ni perezosas han fletado el Falcon (¿qué habrán hecho para que Pedro Sánchez se lo haya prestado unos días?), quinientas veces más contaminante que un coche diésel y, sin lugar a dudas, el medio de transporte más calenturiento para el planeta, y se han presentado en Nueva York como lo que son, abanderadas del braguetazo fácil, de una carrera política meteórica a la par que mediocre y de un feminismo vacío de sustancia en el que ya nadie cree.

Tras meses de desconcierto, hoy podemos afirmar que el origen de la subida de crudo no es culpa de Putin ni de Franco, sino una justa y necesaria financiación proletaria para los viajes de la chochipandi de Unidas Potemos. Por cierto, he leído que Ayuso, en las mismas fechas, ha volado a Miami en vuelo regular…

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