Todas las cartas boca arriba

La rendición de Ermua

El Espíritu de Ermua ha muerto o, por lo menos, agoniza. La decisión del municipio de pedir al Foro de Ermua que abandone el nombre de la localidad significa, ante todo, una cosa: socialistas y nacionalistas –de consuno- dan la espalda a la memoria de Miguel Ángel Blanco, el concejal de Ermua asesinado por ETA.

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EMC (Bilbao). El gesto del Ayuntamiento posee una evidente importancia simbólica. Desde 1997, fecha del asesinato del concejal Miguel Ángel Blanco, el nombre de Ermua representaba mejor que ningún otro la resistencia civil contra el terrorismo. El Foro de Ermua se llama así precisamente por esa razón. Ahora los miembros de la corporación municipal, algunos de los cuales compartieron sala de plenos con Blanco, toman distancia.

La decisión del municipio viene motivada por una “iniciativa popular”, es decir, una petición de un grupo de ciudadanos. Según distintas fuentes, los promotores de esta “iniciativa popular” pertenecen a la órbita batasuna. La sospecha es obvia cuando se repara en el lenguaje del texto, con latiguillos tan obvios como ese de que el Foro de Ermua “criminaliza el proceso de paz”. Hay que recordar que el Foro de Ermua se ha significado de manera muy patente en la oposición ciudadana al proceso de negociación con ETA emprendido por el Gobierno Zapatero. Una semana antes de la decisión del municipio, el abogado del Foro de Ermua Antonio Aguirre era agredido bárbaramente por un cargo público del PNV en el Palacio de Justicia; la policía autonómica dejó ir al agresor y, acto seguido, el Gobierno vasco anunció una querella contra el Foro de Ermua.
 

La corporación municipal de Ermua ha colgado en su web una interpretación singular de los hechos, centrada exclusivamente en la actitud del alcalde, Carlos Totorika. Como se recordará, Totorika, socialista, se distinguió de manera especial durante las jornadas del verano de 1997, cuando el asesinato de Miguel Ángel Blanco, como uno de los portavoces más señalados del movimiento cívico. Totorika era considerado entonces como un ferviente constitucionalista, segundo de a bordo de Nicolás Redondo Terreros en el socialismo vasco. Después, Redondo fue desplazado por Zapatero y Totorika tuvo que adaptarse al cambio. El alcalde de Ermua, en las declaraciones publicadas por la web municipal, dedica más frases a reprobar la “iniciativa popular” que a reprobar al Foro de Ermua. Sin embargo, la decisión de la corporación ha sido la que ha sido.

Un aspecto relevante del asunto es la honda división existente en el socialismo vasco. El Foro de Ermua, como el grupo “Basta ya”, están dirigidos mayoritariamente por personas vinculadas al socialismo o a la izquierda vasca. La actual política socialista de acercamiento a ETA-Batasuna ha generado conflictos cuyas consecuencias aún es difícil calcular. No falta quien augura una escisión inminente. El hecho, no obstante, es que hasta la fecha no ha habido escisión. Las tomas de posición disidentes de personalidades tan relevantes como la eurodiputada socialista Rosa Díez han quedado ahogadas en la férrea disciplina interna del PSE-PSOE. Tan férrea que acepta incluso gestos tan discutibles como este del Ayuntamiento de Ermua.

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