Porque fue Zapatero, en efecto, el que se empeñó en evacuar hacia la alcaldía de Madrid a su paraministro de Economía Miguel Sebastián, el hombre de la Oficina Económica del Gobierno, metido en todos los fregados político-financieros del Gabinete. Para imponer a Sebastián, Zapatero pasó por encima del partido, de la costumbre y del sentido común: Sebastián era su hombre. Pues bien: Sebastián se ha roto la crisma. Quizá llevado de su connatural mesianismo, Zapatero pensó que bastaría con lavar la cara del socialismo madrileño y darle un toque de zapateridad para que el mundo se diera la vuelta. Nada de eso. Entre sus flaquezas de imagen, su evidente desconocimiento de la política municipal y el sucio juego de navaja con que trató de cobrar notoriedad, Sebastián ha salido escaldado del trance. Pero es Zapatero quien debe cargar sobre sus espaldas el peor resultado del socialismo madrileño desde 1979.
Y también ha sido Zapatero, acordaos ahora, quien ha metido a la órbita de ETA en las instituciones. En Navarra la cosa ha sido peor. Allí, la misma ANV que era ilegal para presentarse a las autonómicas, era legal para concurrir a las municipales de Pamplona. Sentido creativo del Derecho, se llama la figura. En ambos casos el principal perjudicado ha sido el socialismo navarro.
En la comunidad foral, porque el PSN queda reducido a una fuerza menor por las exigencias del “proceso de paz”. Los foralistas fetén, que son UPN, se mantienen como abrumadoramente mayoritarios, pero no podrán sumar más votos que una coalición de todos contra la derecha. Eso era lo previsto, sin duda. Ahora bien, el protagonista del frente antiderecha en esa tierra ya no será el PSN, sino Nafarroa Bai, esa coalición de anexionistas de distintas tendencias que quieren que Navarra sea País Vasco, y con la que Zapatero lleva coqueteando una larga temporada. Porque el PSN ha quedado reducido a tercera fuerza, lo cual es una derrota se mire como se mire. ¿Y ahora qué hará el socialismo navarro? ¿Escoltar a Nafarroa Bai en una coalición de minorías para conducir a Navarra a donde la mayoría de los navarros no quieren? Zapatero obliga al PSN a incurrir en una felonía sin precedentes.
Peor aún es la situación en el Ayuntamiento de Pamplona, donde la coalición de Nafarroa Bai y PSN necesitaría los votos de la proetarra ANV –dos concejales, gracias a Zapatero- para desbancar a UPN, también muy mayoritaria, pero a un escaño de la mayoría absoluta. El voto de los pamploneses ha sido claramente foralista y antianexionista. También el PSN era así hace sólo unos años. Y ahora, ¿qué harán los socialistas navarros para no parecer unos traidores? Tan desquiciante situación se la deben única y exclusivamente a Zapatero.
Lo mismo cabe decir de los cuantiosos concejales obtenidos por ANV en distintas localidades del País Vasco. Esto hay que subrayarlo con toda la fuerza posible: ETA ha vuelto a las instituciones vascas. Si hasta ahora no podía hablarse propiamente de democracia en esa comunidad, a partir de hoy las libertades más elementales van a verse de nuevo gravemente amenazadas.
Ahora todos tenemos un problema, pero el PSOE tiene dos. Por este camino, el socialismo español se va a ver abocado a una pérdida generalizada de dignidad y crédito. Seguirán votándole sus irreductibles fieles, pero cada vez lo tendrá más difícil para convencer al ciudadano común. Los resultados de este domingo ya reflejan algo de eso. Zapatero, pese a todo, no rectificará: lo lleva en la sangre.