Lo que va del 11-M a hoy

“Cuando las cosas se pongan feas me tendrás a tu lado”

La gente está indignada. Hay mucho enfado y, todavía peor, mucho odio. El grupo de personas minoritario que no respetó los cinco minutos de silencio en el Ayuntamiento de Madrid no sólo gritaba para criticar la política antiterrorista de Zapatero; le insultaron y algunos llegaron a responsabilizar de la muerte del guardia civil al presidente y a su Gobierno. Se traspasó una línea que para algunos nos resultaba familiar. Estos gritos y esta rabia nos recuerdan a lo sucedido en la calle aquellos días tristes de marzo de 2004 tras el atentado del día 11. Indignación, dolor y cabreo contra el Gobierno. Sin embargo, hay unas diferencias muy notables que conviene subrayar.

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Raquel Martín
 
Entonces, en vísperas de las elecciones generales, el Partido Socialista abandonó al Gobierno del PP, lo dejó absolutamente en la cuneta, no le dio ni una gota de agua, ni un gramo de oxígeno. España se levantó una fría mañana con 192 muertos y el principal partido de la oposición entonces se frotó las manos porque le convenía electoralmente. Es más, le acorraló como nunca, le exigió informaciones y responsabilidades inasumibles por este ni por cualquier Gobierno en esas circunstancias.
 
Todavía peor, el PSOE, lejos de estar al lado del Gobierno le responsabilizó directamente de los brutales atentados de Madrid. Así de sencillo y de irracional. La gente salió a la calle Génova para gritar contra el PP. Hubo insultos, amenazas, se llamó asesinos a los dirigentes del PP y se atacó sus sedes, y desde el PSOE sólo hubo un silencio atronador. Un silencio que cuatro años después sigue ahí. No se produjo ni se ha producido todavía ni una sola condena por parte de los dirigentes socialistas. Absolutamente ni uno. Cumpliendo el dicho de “el que calla otorga”, el PSOE miró para otro lado. Llegó la comisión parlamentaria del 11-M y el mismísimo presidente del talante calificó los ataques como “sanas diferencias de opinión”, exclusivamente.
 
Una enorme diferencia
 
Este atentado de ETA ha venido a colmar la gota de la indignación de una gran mayoría social que ha visto cómo Zapatero ha cometido gravísimos errores en política antiterrorista. Y los errores se pagan. Y ahora hay que llorar a los muertos. Sin embargo, hay una enorme diferencia: la actitud del Partido Popular.
 
A tres meses de las elecciones, Mariano Rajoy podría haber dado la puntilla a Zapatero y haber sacado tajada política del primer muerto de ETA en la legislatura Zapatero. Podría haberle responsabilizado de la muerte de Raúl Centeno, haberle reprochado lo sucedido. No haber tendido la mano al Gobierno como lo hizo su grupo en el Congreso de los Diputados, decidir no acudir a la manifestación del martes, es más, apoyar su ausencia y, para colmo, alentar o satisfacerse de los insultos y amenazas que han recibido los dirigentes socialistas.
 
Pero no ha sido así. Nos ha sorprendido Mariano Rajoy. Está donde tiene que estar en estos momentos y donde la sociedad española quiere ver a quien aspira a la presidencia del Gobierno. El PP ha condenado rotundamente las agresiones verbales y han sido ellos los que acompañaron ayer a los socialistas Álvaro Cuesta y Pedro Zerolo a sus coches oficiales para no ser increpados. Es evidente que hay muchas diferencias respecto al 11, 12 y 13 de marzo de 2004.
 
La plana mayor del PP estuvo en la manifestación promovida por el Gobierno. Fue una concentración con mucha tensión y su presencia no significaba ningún guante blanco al Gobierno. En uno de sus encuentros en La Moncloa durante el mal llamado proceso de paz, Mariano Rajoy arremetió duramente contra el presidente por pretender el fin dialogado de la violencia, pero también dijo a Zapatero: “Cuando las cosas se pongan feas, me tendrás a tu lado”. Ese momento ya ha llegado y los españoles evaluarán el próximo 9 de marzo.
 

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