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Las informaciones más relevantes sobre el caso son las que ha venido publicando El Mundo y ABC. El primer diario, que además advirtió sobre la “conjura” de bandas “antifascistas” para organizar actos violentos, ha indagado en la vida del presunto asesino, el soldado Josué Estébanez de la Hija. Lo que ha averiguado El Mundo es notable: el presunto asesino, procedente del País Vasco, era un tipo absolutamente normal, que no había causado problema alguno en su regimiento, el Inmemorial del Rey. Lo que sí ha trascendido es que un hermano del presunto asesino, que al parecer vivía con él, ya ha recibido amenazas de grupos skins “de izquierda”.
El Mundo dice que sorprende mucho en el medio “ultra” que Estébanez fuera completamente solo a la manifestación de Democracia Nacional el pasado domingo en Legazpi: “Una norma que se lleva a rajatabla en este tipo de actos es que nuestra seguridad es primordial, y que jamás debes llegar solo al lugar en cuestión. Siempre tienes que quedar con tus compañeros en algún lugar alejado, y luego desplazarse todos en célula al lugar”. Sugieren también que Estébanez “podría no dirigirse” al acto de Democracia Nacional cuando sucedió la muerte. Por otra razón también: “Llegaba hora y algo tarde”.
Por su parte, ABC informaba esta semana de un suceso notable. La concentración del lunes en la plaza de Zocodover para condenar el asesinato de un joven en Madrid acabó con la agresión a un soldado al que sus agresores habrían confundido con un “cabeza rapada”. El militar, destinado en la Academia de Infantería, perdió varios dientes a raíz de los golpes que recibió por parte de un grupo de unos veinte jóvenes. El incidente se registró en las inmediaciones de la sede de la Delegación del Gobierno, por lo que su sistema de cámaras de vigilancia podría haber grabado toda o parte de la agresión. Los agentes lograron identificar a dos jóvenes, según la misma fuente, que añadió que sólo había habido un herido en la trifulca, aunque no precisó el alcance de las lesiones.
El paisaje
El suceso ocurrió durante una de las numerosas concentraciones organizadas por la izquierda “lumpen”, con apoyo expreso de la izquierda oficial, para condenar el asesinato de Carlos Palomino. En esas concentraciones se oyó el infame grito de "A por ellos, como en Paracuellos", en referencia a la matanza masiva de derechistas perpetrada por el Frente Popular en 1936. La izquierda oficial, no obstante, se ha desvinculado a toda prisa de los acontecimientos: tras haber apoyado incluso con su presencia física las concentraciones, los políticos del PSOE e Izquierda Unida han escurrido el bulto. Incluso el sindicato CNT, anarquista residual, se desvinculaba de la concentración toledana y alegaba que su labor se había limitado a reenviar a los medios de comunicación un correo electrónico.
El problema es que, una vez puesto en marcha el conflicto y legitimado públicamente uno de los bandos –el de los “antifascistas”-, ahora éste tiene razones para presumir de impunidad. En la madrugada del viernes, "antifascistas" atacaban la sede de la cadena COPE en Vigo, después de que la izquierda oficial haya desatado una feroz campaña contra esta emisora de radio; campaña que ha contado con el aval expreso del presidente del Gobierno.
Medios relacionados con la policía han añadido, a este paisaje, dos datos que probablemente no guardan relación directa con el suceso de Legazpi, pero sí con su contexto. Por una parte, la vinculación (informal, pero constante) de las bandas de “antifascistas” con los ambientes de la kale borroka en el País Vasco. Por otro, las llamativas coincidencias entre este crimen y el asesinato de la dominicana Lucrecia Pérez el 13 de noviembre de 1992.
Por su parte, la Confederación Española de Policía ha subrayado que el problema está muy localizado: se baraja la cifra de unos 3.000 miembros de bandas de uno u otro signo en Madrid; se insiste, además, en su carácter “incontrolable” porque no siguen a ningún líder político, mediático o intelectual en concreto.