La sentencia deja todo abierto
11-M: ¿Y ahora qué?
elmanifiesto.com
01 de noviembre de 2007
¿Quién? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué? Si aplicamos las tópicas cinco preguntas a la sentencia judicial sobre los atentados del 11-M, veremos que casi todas siguen sin respuesta, al menos en lo que concierne al origen de la trama. El Tribunal ha bendecido la versión oficial, ha respaldado la mayor parte de la instrucción del juez Del Olmo y ha arropado el trabajo de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, ha dejado abiertas puertas muy inquietantes. Y sobre todo: seguimos sin saber quién decidió aquella atrocidad y por qué. Estas son las nada irrelevantes cuestiones pendientes del 11-M.
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¿Y ahora qué? Ahora habrá que ver cómo se mueven las defensas, cómo actúan las acusaciones particulares y, además, cómo las fuerzas de seguridad sostienen el trabajo, porque la sentencia del 31-O deja muchas cosas abiertas.
¿Quién decidió matar en Madrid? Es la pregunta clave y sigue sin respuesta. El tribunal ha exonerado de culpa a las supuestas conexiones con Al Qaeda, particularmente centradas en “El Egipcio”. En esto el tribunal se aleja de la versión oficial, la de la Fiscalía. Pero, entonces, ¿quién tomó la decisión?
El Tribunal no ha hecho un trabajo de investigación –no es su cometido-, sino que se ha centrado en evaluar la solidez de las pruebas de la acusación y los alegatos de la defensa. El hecho de que no haya pruebas suficientes contra El Egipcio no quiere decir, ciertamente, que Al Qaeda sea ajena a los atentados, sino, muy precisamente, que no se puede probar. El tribunal también ha dicho, por las mismas razones, que no fue ETA. Pero en ese sentido todas las incógnitas siguen abiertas. Dicho de otro modo: en estos tres años y medio de investigaciones, las fuerzas de seguridad españolas no han sido capaces de encontrar pruebas sólidas que conduzcan hasta quien tomó la decisión de causar una matanza en Madrid y ordenó ejecutar la operación.
La identidad de quien tomó la decisión es clave para contestar a otras muchas preguntas: ¿Dónde se decidió ejecutar los atentados del 11-M? ¿Por qué y con qué fines? Son preguntas que la sentencia deja sin respuesta. Es verdad que el tribunal carecía de elementos para darla. Sin embargo, es la respuesta que esperan muchas de las víctimas.
¿Quién planificó y ejecutó la operación? Son dos momentos distintos –aunque íntimamente relacionados- del proceso, y también aquí la sentencia del 31-O es insuficiente. Las penas se han centrado en unos pocos protagonistas, absolviendo a otros. Lo más relevante es que esos pocos protagonistas son manifiestamente incapaces de planificar una operación de esta envergadura. Siguen faltando nombres.
Por otro lado, las voces más críticas hacia la instrucción y hacia la fiscalía han puesto de manifiesto varias incoherencias en la sentencia de los jueces. La primera y más relevante concierne al arma del crimen, los explosivos: se dice que no es posible identificar la marca de éstos, pero al mismo tiempo se asegura que provienen de Mina Conchita, para acto seguido añadir que “totalmente o en gran parte”. Eso significa que los jueces consideran probado que en los atentados se empleó explosivo procedente de Mina Conchita, pero también deja entender que se empleó otro explosivo procedente de otros lugares. Nueva puerta abierta para investigaciones ulteriores.
Si hay incertidumbre sobre el autor intelectual del crimen y además hay dudas sobre el arma del delito, lo menos que se puede decir es que esta sentencia deja insatisfecho. El 11-M aún no ha terminado.
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