Barcelona puede quitarle al PSOE dos diputados
AVE: tres letras que amenazan la reválida de Zapatero
Fernando de Haro
01 de noviembre de 2007
Les basta echar un vistazo. No necesitan papeles. La gente que se dedica a la construcción sabe si la cosa, cuando es gorda, estará lista en tres o cuatro meses. Por eso no se explican cómo Zapatero, en la visita que hizo a Barcelona en septiembre para intentar amortiguar el golpe de los apagones, fijó la llegada del AVE el próximo 21 de diciembre. Todavía se están resolviendo problemas estructurales como el asentamiento del terreno, algo que tiene muy poco que ver con los acabados de una obra. Es fácil imaginarse la película.
Fernando de Haro
Desde Moncloa alguien llamaría presionando: “El jefe necesita anunciar algo sonoro, necesitamos un titular que nos saque lo de la luz de las aperturas de los informativos, necesitamos algo pronto y que sea gordo”. El que recibió la llamada le hizo llegar la petición al técnico de turno del Adif, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, que no resistió la presión o que quiso mostrarse enardecidamente “fiel a la causa” y pronunció las tres letras fatídicas: AVE.
Desde hace semana y media, el Gobierno, Zapatero mismo, están fuera de sí. Los presupuestos salen adelante, la ralentización de la economía se retrasa al tercer o al cuarto trimestre de 2008 y, al final, los nacionalistas acceden a apoyar la guinda de la legislatura: la Ley de Memoria Histórica. Hasta los videos habían ido bien: el de las juventudes sobre la Educación para la Ciudadanía y el de la Z. La gran duda está en el Constitucional, pero para eso ya había tomado medidas... Si la sentencia es favorable al Estatuto de Cataluña, lo de menos son los detalles, que la gente no los conoce, y si los sabe, se olvida pronto. Y ahora... toda la revolución social, toda una forma diferente de hacer política, toda esa mentalidad nueva que la izquierda clásica no se había atrevido a esbozar, todo esfumándose en socavones de hormigón y hierros retorcidos, en colas de ciudadanos que tardan el doble en llegar a su trabajo.
Política real y política virtual
La política virtual, vencida por una necesidad real y tan básica como la del transporte no adecuadamente satisfecha. Se acaban de cumplir 25 años de la primera victoria de Felipe González. El entonces secretario general del PSOE llegó a la Moncloa prometiendo cambio. Cuando le preguntaban a Felipe qué significaba ese cambio respondía lacónico: “que España funcione”. Era una muestra de esa capacidad de estar apegado al terreno que tuvo durante bastante tiempo el sevillano. Y es la falta de sensibilidad para entender que la política es buena cuando no se nota, cuando resuelve problemas sencillos, y que para eso no se puede improvisar, la que puede provocar la derrota de Zapatero.
Todas las encuestas estiman que hay un empate técnico, todo puede decidirse en un puñado de escaños. Cataluña ha sido, junto con Andalucía, la segunda reserva de votos del PSOE. Tras los atentados del 11-M la participación en las generales fue extraordinaria, un 77 por ciento en toda España frente al 67 por ciento de 2004. En el PP estiman que si el próximo marzo la participación es superior al 72 por ciento tienen muy difícil ganar. La abstención les favorece. En Cataluña la participación en las generales en marzo de 2004 pasó del 64 por ciento de 2000 al 77 por ciento. Esa alta participación fue de voto de izquierda, que hizo al PSC subir de 17 diputados a 21; a Esquerra, de 1 a 8; y a ICV, de 0 a 2. Precisamente los responsables de ICV ya han hecho algunas estimaciones que apuntan a que el desastre de las obras del AVE puede provocar que los socialistas pierdan dos diputados.
El cabreo de los catalanes hacia los partidos con responsabilidades de Gobierno (PSC, Esquerra e ICV) ha ido en aumento desde que el tripartito llegó a la Generalitat y Zapatero a la Moncloa. Es lo que se deduce de la evolución de la abstención. Frente a la participación del 62,54 por ciento en las autonómicas de 2003, en las que se percibió el entusiasmo por provocar un cambio de ciclo, en las autonómicas de 2006 se ha bajado al 56,77 por ciento. En el referéndum de ratificación del Estatuto la participación no llegó al 50 por ciento.
Los datos no son extrapolables a unas generales y no se va a producir trasvase de votos al PP, pero la tendencia es clara. La política virtual derrota. Otro tema es si la derrota en las urnas de la política virtual de Zapatero por el incremento de la abstención, una derrota previsiblemente escasa, supondría la victoria de la política real.
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