GIANNI ALEMANNO
No se trata de sostener, confusamente, un protagonismo genérico de la derecha italiana. En el pasado se han llevado a cabo agregaciones improvisadas que han debilitado nuestra identidad y han representado confusamente nuestro mensaje, sin aportar por ello ninguna coalición efectiva. Pero tampoco se trata de pensar en una derecha introvertida o estirada, más preocupada por marcar las posiciones residuales de los separatistas de turno, sino de comprender que se puede extender un puente muy claro y muy limpio desde los valores más auténticos de la Derecha hacia un verdadero y propio “Proyecto para la nueva Italia”.
Para evitar que todo esto se quede en un discurso teórico o ambiguo, creo que es necesario subrayar bien los siguientes puntos:
Primero. El ámbito natural de un “Proyecto para la nueva Italia” no puede ser una renovada coalición de centroderecha. La vieja “Casa de las Libertades” (por lo demás, deshecha con el alejamiento de la Unión Democristiana) debe ser integrada por todas las áreas políticas y sociales que hoy están fuera de nuestra formación (o incluso temporalmente ligadas a la actual mayoría en el gobierno), pero que no están estructuralmente subordinadas a la hegemonía de la izquierda. He aquí por qué es necesario lanzar un nuevo proyecto político, a partir del cual se despliegue un articulado programa de gobierno y una clara agenda de reformas: sólo así lograremos una clara base política para llevar a cabo las nuevas coaliciones, sin chocar con problemas de personalismo y sin dar lugar a transformismos oportunistas. El error que ha hecho abortar el proyecto del partido único de centroderecha es, probablemente, esto mismo: haber antepuesto a la definición de un proyecto claro, la construcción de una estructura organizativa.
Segundo. En el ámbito de este proyecto, el papel de Alianza Nacional debe ser fuerte y bien distinguido. Durante demasiados años, sobre todo en la fase de gobierno, nuestro partido ha sacrificado instancias políticas y planteamientos culturales profundos en el altar de la unidad del centroderecha (aunque, después, errores de comunicación nos haya atribuido una imagen de cerrazón, obcecados en frenar la elección del Primer Ministro). En la síntesis programática de nuestra formación, todas las culturas políticas coaligadas deben tener un determinado derecho de ciudadanía y es necesario evitar que “ejes preferenciales” o prejuicios ideológicos impidan el aporte político y electoral que cada una de estas culturas debe garantizar. En nuestro caso, Alianza Nacional debe saber representar el sentido del Estado sin caer en el estatalismo, la unidad nacional (con un equilibrio real ente Norte y Sur) superando el centralismo, la justicia social, rechazando los excesos asistenciales, la modernización sin ceder a lo que Tremonti llama “pensamiento único mercantilista”, los valores católicos, sin ceder ni al laicismo ni al clericalismo.
Tercero. Observad ese último aspecto. Existe en toda Europa “una derecha profunda y difusa” que en Italia debe encontrar interpretes políticos adecuados, pero que representa el viento nuevo que sopla en nuestro continente. El desafío a la globalización, la plaga de la inmigración descontrolada, la competencia sin regular que viene de los países emergentes, las tensiones inducidas por el fundamentalismo de todo tipo, la homologación consumista que ataca el valor del ser humano y de la familia, alimentan este nuevo viento de pertenencia y de identidad. Rechazar las degeneraciones xenófobas, nostálgicas, reaccionarias y antimodernas, no debe significar refugiarse en un intelectualismo de salón lejano a la realidad. La derecha se lo puede permitir todo excepto alejarse de la realidad para encerrarse en un abstracto universo ideal. Alianza Nacional debe estar en posición de canalizar este “viento identitario” en un gran proyecto de modernización y esperanza.
Los pueblos europeos –y en particular los italianos- deben dejar de sentirse viejos y superados, sólo pendientes de “las lecciones” que vienen del extremo occidente o del extremo oriente. Se es viejo si nos lamentamos mirando al pasado, pero también si se pierde la esperanza y se cede a la homologación. Se es nuevo y victorioso si se asume el riesgo de expresar la propia identidad de modo creativo, abierto y dinámico. Esto, creo, vale tanto para Italia como para Alianza Nacional.