Terrorífica ha sido su trayectoria de Secretaria de Estado. Ha armado al Isis, ha cerrado filas con Al Qaeda, ha cedido secretos militares a China, ha humillado al ejército, ha propiciado la inmigración masiva, ha hecho de gallina clueca para incubar ese huevo podrido que es el Tratado de Libre Comercio.
Perdonen que me suba al carro de la victoria de Trump (y de Putin, que lleva cuatro encadenadas). Tengo derecho a ello. Son muy pocos en España los que se han atrevido a desear (no tanto a pronosticar) la victoria de Trump frente a la política más borde, más falsa, más hipócrita, más tramposa, más mentirosa y más corrupta del establishment estadounidense. Y yo, junto a Juan Manuel de Prada, he sido uno de ellos. Esta vez les ha salido el tiro por la culata a los mandarines de las grandes corporaciones financieras que hace ocho años auparon a Obama a la presidencia del Imperio. Algo, por fin, se mueve en el mundo. Terminó el buenismo, el multiculturalismo, el internacionalismo, la globalización económica, la corrección política, la demagogia izquierdista, los gorgoritos de doña Francisquita (el Papa bolivariano), el apoyo a los rebeldes yihadistas de Siria, el Tratado de Libre Comercio, la inmigración ilegal, el Welcome Refugees, la socialdemocracia y, probablemente, la Unión Europea. Que la Merkel vaya poniendo a remojo las barbas que no tiene y que Marine Le Pen, y con ella los valores de la República, vaya pensando en la mudanza al Elíseo.
Reproduzco a continuación la columna que el domingo pasado publiqué en El Mundo impreso. Ésos son, esta vez, mis poderes...
EL LOBO FEROZ
LA BRUJA
¡Hale, todos contra Trump, desde el último plumilla de la hoja parroquial del padre Ángel hasta el aprisco de los intelectuales progrepesebristas y el corral de Monipodio de quienes cuentan sus fajos de billetes, como lo hacía el Tío Gilito, en las cámaras blindadas de las corporaciones financieras! ¿Por qué será? El Lobo Feroz, que cierra filas con Clint Eastwood y apoya a Trump, ya lo dijo hace unos meses: por idénticas razones a las que hace ocho años movieron a los golfos apandadores de costumbre a organizar la mayor campaña publicitaria que se recuerda en apoyo de quien gracias a ellos llegaría a ser el peor presidente de la historia de Estados Unidos. Hablo de Obama. ¿De quién si no? ¿Hay o ha habido en ese país algún otro Señor de las Mil Guerras y los Mil Chanchullos que pueda arrebatarle el título? Sí, uno, que no es Señor, sino Señora, y que se llama Hillary, la Bruja. Soy yo quien le pongo el apodo, que sin duda refrendarían los millones de estadounidenses asqueados por el Sistema que el martes van a negarle su voto tratando de impedir así que se desencadene la tercera guerra mundial. ¿Exagero? No mucho, pues tan lúgubre vaticinio tiene su raíz en Siria y sólo Putin, el único político de verdad que hoy existe en un mundo gobernado por nenazas, puede evitarlo. Con Trump hace buenas migas. La Bruja lo detesta. Seguro que no le temblará el pulso a la hora de hacer cuanto esté a su alcance para reanudar la guerra fría. Terrorífica ha sido su trayectoria de Secretaria de Estado. Ha armado al Isis, ha cerrado filas con Al Qaeda, ha cedido secretos militares a China, ha humillado al ejército, ha propiciado la inmigración masiva, ha hecho de gallina clueca para incubar ese huevo podrido que es el Tratado de Libre Comercio, ha sido correa de transmisión de una política económica que ha aumentado la deuda exterior de su país en veinte trillones (con tri de trilera) de dólares... Sospecho, pese a lo dicho y a lo que no digo, que ese endriago de culo gordo, sonrisa falsa e hipócrita campechanía acabará colándose, como lo hacen las brujas, por la chimenea del despacho oval. Ya lo cantó la coplilla: "vinieron los sarracenos / y nos molieron a palos / pues Dios ayuda a los malos / cuando son más que los buenos". Nunca mejor dicho lo de sarracenos. Sea. Me resigno. Pero durante unos días, hasta que el miércoles amanezca, el sprint final de Trump me alegra la vida.
Alegrada queda.
Y con anterioridad (20 de agosto del año en curso):
EL LOBO FEROZ
SOBRE EL SENTIDO COMÚN
Decía Claude Bernard, padre de la medicina experimental: «Cuando los resultados de una prueba se encuentran en oposición con las teorías reinantes, deberíamos aceptar los hechos, no las teorías». De cajón, ¿no? Pues no.... Los socialdemócratas se aferran al wishful thinking de que aplicando las teorías de Keynes habrá menos pobres. La izquierda cree que subiendo los impuestos sucederá lo mismo. Los capitalistas están convencidos de que es el dinero, y no el trabajo, lo que produce riqueza. Los economistas confunden el consumo con la prosperidad y, peor aún, con la felicidad. La evidencia de que en todos los ejemplos citados sucede lo opuesto no incita a sus valedores a rectificar. Y, encima, la gente los vota, cerrando los ojos a la evidencia de que la única ideología sensata es la que se atiene a la fuerza de los hechos. Valga como muestra lo que está pasando en el corazón del Imperio. Todos contra Trump, menos el pueblo llano, y a favor de una trapisondista que saltó a la fama aupándose sobre el plinto de la testosterona de su marido. Sin la ayuda de la Lewinsky seguiría siendo Hillary lo que era antes de que la becaria se arrodillase frente a la bragueta de Clinton: una marujona consorte, una embustera y una ambiciosa sin escrúpulos. Los torpedos que salen de la boca de Trump y que tanta indignación suscitan son verdades de a puño respaldadas por el sentido común. ¿Hay que reducir los impuestos? Sí. ¿Hay que eliminar peldaños en la escala de los tipos impositivos? Sí. ¿Hay que restringir con mano dura la inmigración? Sí. ¿Debe volver Estados Unidos a la doctrina Monroe renunciando al intervencionismo imperialista? Sí. ¿Hay que anular el Tratado de Libre Comercio y que desmantelar la OTAN? Sí. ¿Ha sido Obama el propagador, si no el fundador, del Estado Islámico? Sí. ¿Seguiría favoreciendo Hillary el terrorismo yihadista? Sí. ¿Ha reactivado uno de los cinco peores presidentes de la historia de su país la guerra fría con la demonización de Putin? Sí. ¿Es deshonesta la prensa al sacar de contexto y tergiversar las declaraciones de Trump? Sí. ¿Miente la Clinton News Network, antes CNN? Sí. Menos mal, de todas formas, que existe Hillary, pues sus compatriotas la detestan y cabe esperar que en el último momento, con tal de no votarla, opten por el único candidato que se atreve a decir en voz alta (y, quizá, a hacer) lo que muchos piensan y lo que pienso yo.
Quod erat demonstrandum,
Banzai!
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