RICARDO OLVERA
Los obispos mexicanos han pedido a los laicos católicos “anteponer su conciencia cristiana a sus simpatías ideológicas y políticas”. “Se pretende imponer condiciones de presión social por encima del diálogo democrático”, dijeron los obispos católicos mexicanos en un comunicado del 17 de abril, a una semana de la toma violenta de las dos cámaras del Congreso mexicano por una minoría de legisladores del llamado Frente Amplio Progresista. Este grupo se apoderó de las tribunas de ambas cámaras desde el 10 de abril, y desde entonces las mantiene en su poder, impidiendo físicamente la realización de las sesiones legislativas.
Compuesto por los mismos partidos de izquierda que hace un año aprobaron la legalización del aborto sin restricciones en el Distrito Federal (Partido de la Revolución Democrática, Convergencia y Partido del Trabajo), este Frente ahora pretende impedir que en el Congreso se discuta y se apruebe la reforma energética propuesta por el presidente Felipe Calderón, que busca modernizar el sector petrolero dándole mayor participación a la iniciativa privada mediante contratos de desempeño en la producción, refinación y distribución de petróleo.
Medidas que estos mismos partidos proponían en su plataforma de la elección presidencial de 2006 y que ahora denuncian como “entrega del petróleo al extranjero” y “traición a la patria” con el fin de usar el tema como bandera de agitación política. Todo esto como parte de la estrategia de desestabilización encabezada por Andrés Manuel López Obrador, el candidato que perdió aquella elección y no ha reconocido su derrota.
“Después de las controvertidas elecciones de 2006, la Iglesia católica no ha cesado de llamar a la reconciliación”, dice el editorial del semanario Desde la Fe de la Archidiócesis de México este domingo. Pero “son los resentimientos, el odio, los deseos de venganza, la revancha y el ajuste de cuentas” azuzados por el candidato perdedor lo que está creando un clima de extrema polarización y encono.
“Hasta el momento se han reprimido momentáneamente los enfrentamientos, pero de continuar esta polarización podría estallar la violencia a la que tanto teme y rechaza nuestra sociedad”, dice el editorial. Y concluye llamando a los fieles laicos a “anteponer su conciencia cristiana a sus simpatías ideológicas y políticas, y entender que está de por medio la paz, el progreso y la estabilidad social de México”.
Amenaza de grupos armados
Algunas voces muy respetadas en el ámbito político y cultural del país –como Enrique Krauze, director de la revista Letras libres—han recordado que la clausura del Congreso siempre ha sido el primer paso para imponer dictaduras, como la de Antonio Santana –el que entregó Texas a Estados Unidos- y la de Victoriano Huerta, el que asesinó al presidente democrático Francisco Madero dando inicio a el periodo más sangriento de la Revolución Mexicana (1911-17).
También se ha comparado públicamente a López Obrador por estas acciones contra el Congreso con Hitler, Pinochet y Mussolini. Aunque Obrador llama “resistencia pacífica” a su movimiento, sus métodos son el bloqueo de carreteras, aeropuertos e instituciones públicas, para lo cual ha formado “brigadas” y “comandos” con algunos miles de sus seguidores más incondicionales, provenientes de las barriadas más violentas y conflictivas de la capital.
Pero lo que hace más peligroso este clima de polarización es la amenaza de acción de grupos armados como el Ejército Popular Revolucionario (EPR), que el año pasado voló con explosivos redes estratégicas de conducción de gas y petróleo que paralizó a grandes sectores de la economía nacional, causando pérdidas por más de 100 millones de dólares, y que hoy está amenazando con hacerlo de nuevo, en apoyo a la movilización de López Obrador en “defensa del petróleo”.