Y, sobre todo, hablando el más revolucionario y poético de los lenguajes

En París, 500 jóvenes se manifiestan contra la chusma

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 El Bloque Identitario: un movimiento de jóvenes franceses que, situado fuera de cualquier partido, aporta un aire absolutamente nuevo, distinto —literalmente revolucionario—, en la lucha por la identidad. El 23 de octubre, unos 500 jóvenes se manifestaron en las calles de París en la primera manifestación “anti-racaille”. La “racaille”: la chusma, la gentuza: las bandas de no-europeos que, procedentes de los grandes suburbios, se dedican a incendiar, vandalizar, asaltar… Pero más importante que esta legítima defensa es el discurso en el que se enmarca tal lucha. Vean, si no.  
 
Esto es lo que, en la manifestación del 23 de octubre de 2010, decía Louise Demory, una militante del Proyecto Apache. (Subrayamos las formulaciones más vibrantes y poéticas: todas son para enmarcar. Una sola precisión: cuando hablan de juventud se debe entender, ni que decir, juventud de espíritu.)
 
Somos otra juventud
 
Otra juventud. Reivindicamos hoy esta diferencia. Somos jóvenes, pero no somos “su” juventud. Somos otra juventud. ¿Qué tenemos, pues, que nos permite decir que no pertenecemos a su mundo?
 
Ante todo, no somos como ellos porque nos negamos a parecernos a ellos. Rechazamos todo lo que nos pudiera hacer reconocer como jóvenes de hoy. No somos el objetivo de ningún marketing, no somos las víctimas de ninguna moda. No pertenecemos a ninguna “tribu”. No reclamamos ni asistencia, ni comprensión, ni pensiones, ni prebendas. Todo lo que viene de ellos nos deja indiferentes o nos repugna.
 
El futuro empieza ayer y se construye hoy
 
Además, somos jóvenes porque somos nuestro propio futuro. El futuro que queremos no es ese futuro hipotético y constantemente aplazado que nuestra época de viejos enarbola como derivativo frente al presente. Nuestro futuro es lo que hacemos aquí y ahora. Para nosotros, no hay ningún “hombre nuevo” venidero, ese espejismo de los progres. No hay ningún paraíso de cara al mañana. Hay Hombres con los pies anclados en su historia, con el corazón vibrante por el presente, con los ojos puestos en el mañana que construyen. ¡El futuro empieza ayer y se construye hoy!
 
Cualquier futuro, querido amigo, implica la elección de un trabajo para construir, la elección de una tierra en la que edificar, la elección de una familia que transmitir. He ahí las mayores responsabilidades, he ahí el camino de tu honor.  [¡Cielo santo! Un discurso político que habla de honor… N. de la R.]
 
El trabajo no te da miedo. Lo que tú aborreces es el vació de un empleo sin alma, de una tarea mecánica y sin sabor. Lo que detestas es la vana esclavitud de una sumisión a los amos de nuestro tiempo. Tu trabajo, querido amigo, es la primera elección que te es dada para hacerte un Hombre. Escoge tu profesión no como un medio de acumular algo de pasta en tu cuenta bancaria. Escógela como la forma en la que quieres vivir. Tu profesión es lo que te define ante los ojos de todos. Es la expresión misma de tus cualidades, es tu estandarte en la vida. Entonces puedes decir: “Mirad mi obra, mirad lo que aporto”. Tu trabajo escógelo para la vida.
 
Tu tierra y tu pueblo. Ahí donde te enterrarán tus hijos
 
Con igual cuidado escoge la tierra en la que quieres vivir. Es aquí donde empieza tu vida de Hombre. Tienes que hacer tuya tu calle, tu pueblo, tu ciudad, tu provincia. Tu comunidad está aquí. Es aquí donde colonizas lo real. Es aquí donde das sentido a la solidaridad. No vale la pena darle a ningún medio de comunicación, a ninguna tribu, a ningún sustituto de combate más de lo que puedes dar aquí. Es aquí donde tienes que hacer que la vida renazca. Es aquí donde tienes que recuperar las ganas de entregarte por completo a un trozo de tierra, a un paisaje, a unos hombres y a unas mujeres que son tu pueblo porque aquí y ahora tú les das lo mejor de ti mismo y ellos te lo devuelven.
 
Escoge tu hogar diciéndote: “Ahí me enterrarán. Cerca de todo lo que he amado”. ¡ELLOS! Tus hijos. Tu camino a la inmortalidad. A través de ellos nunca morirás. Digámoslo a las claras: quien no comprenda que éste es el corazón del combate identitario se ha equivocado de puerta. ¿Qué clase de hombre serías si no hubieras clavado en tu alma la necesidad de educar, de transmitir y de amar? ¿Qué criminal sería si aceptaras que tu sangre dejara de correr en vena alguna, si dejaras que la voz de mil antepasados se apagaran con la tuya? (Subrayado en el original.)
 
No hay civilización sin nación. No hay naciones sin regiones. No hay regiones sin comunidades naturales. No hay comunidades naturales sin familia. No hay familias sin hijos. No hay civilizaciones por defender sin un hijo por nacer.
 
¡Somos la otra juventud porque estamos decididos a VIVIR!

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