Ésta es la historia de dos tipos requetefinos, dos tipos casi divinos, dos tipos desbarataos que se encontraron en una esquina con una distribuidora de revistas pueril y acomplejada. Los tipos se llaman Alexi Kaye Campbell y Dominic Cooke (en España no los conoce nadie, pero en el Reino Unido parece que son tan renombrados como lo era la difunta Reina de Inglaterra, a juzgar por la importancia que algunos dan a sus opiniones), y la distribuidora WH Smith. Voy a tratar de contarlo brevemente, aunque sé que no es la primera vez que ocurre ni será la última. Hasta que hagamos que las cosas cambien de manera radical.
Sucedió que el pasado 19 de agosto, estos dos tipos que viven del teatro, el cine y la televisión, y son muy populares en las redes sociales británicas, publicaron unos comentarios en los que manifestaban su indignación porque la cadena de distribución de revistas y periódicos más importante del Reino Unido, la citada WH Smith, tuviera a la venta en sus estanterías ejemplares de The European Conservative. Revista a la que tildaron de “fascista”, “homófoba” y de “incitadora al odio” (los insultos de costumbre, pues los políticamente correctos suelen serlo, entre otras cosas, por carecer de imaginación). Tras nueve emails enviados por unos seguidores de Campbel y Cooke, la cadena de distribución decidió, el mismo día de la denuncia y sin avisar a su editor, Alvino-Mario Fantini, ni a ningún otro responsable, retirar de sus anaqueles todos los ejemplares de la revista conservadora.
Las pruebas de cargo utilizadas en su contra fueron tres: una entrevista al primer ministro húngaro Viktor Orbán (lo cual, en sí mismo, ya es fascismo puro); un breve apunte sobre el “mes del Orgullo” (junio), descrito como “una oportunidad para hacer exhibición de los aspectos más disolutos de la experiencia humana” (como si esto no tuviera nada que ver con la realidad); y una viñeta del dibujante independiente Bob Moran en la que aparece una madre que pregunta “¿cómo te ha ido en la escuela?” a su hijo, que responde vomitando un arcoíris.
Como se puede comprobar, se trata de tres pruebas de delitos que debieran merecer, como mínimo, la poena cullei, que era el peor castigo al que se podía someter a alguien en la antigua Roma. Los romanos eran muy civilizados, pero en lo de castigar crímenes no tenían nada que envidiar a los tiranos más crueles de la historia. La pena consistía en meter al reo dentro de un saco de cuero, junto con diversas alimañas y, tras dejar pasar un tiempo entre mordiscos y picaduras, arrojarlo al rio.
WH Smith ha arrojado al rio a The European Conservative, sin juicio previo y como si fuera una alimaña (que es lo propio de los políticamente correctos), habiendo escuchado sólo a Campbel y Cooke, y a los otros nueve requetefinos que se apresuraron a secundarlos. Como decía, ésta es una muestra más de la cultura de la cancelación a la que estamos sometidos y, sobre todo, de la fuerza e influencia que el lobby gay tiene en Europa y Norteamérica. Si es que no son la misma cosa, porque una y otro se retroalimentan ideológica y económicamente.
A sabiendas de que no iba a servir de mucho, tres días después de la retirada de los ejemplares, el equipo editorial de la revista envió un mensaje a la dirección de WH Smith, exponiendo las razones del atropello:
- The European Conservative es una revista sobre arte, historia, literatura, poesía y filosofía política, algo que seguramente desconocen Campbell, Cooke —y sus nueve seguidores— por no haberse tomado la molestia de leerla.
- La revista publica artículos, ensayos, entrevistas y recensiones de libros y otros artículos relacionados con las diferentes variedades del conservadurismo, del centro-derecha, del tradicionalismo y del pensamiento derechista.
- Su interés primordial es académico, intelectual y teórico.
- Y, lo más importante, su objetivo principal ha sido siempre resistir y denunciar cualquier forma de censura, represión y cultura de la cancelación, sin tener en cuenta la ideología o el partidismo de quien la sufra. En la revista se promueve un vigoroso debate abierto, por medio del libre intercambio de diferentes puntos de vista.
En un escrito enviado a diversos autores, el equipo de dirección de la revista ofrece argumentos que ponen de manifiesto el maniqueísmo y la conducta sectaria de WH Smith; pues en sus tiendas se ofrece pornografía que podría ofender a las mujeres y a las personas religiosas o beatas. Del mismo modo, tampoco se excluye la venta de libros de Salman Rushdie, aunque ofendan a los musulmanes. Ni la de los que tienen que ver con el feminismo radical que cuestiona la ideología de género (que pudiera molestar a los trans). Quizá esto último no mereciera estar en la lista de agravios contra la distribuidora de revistas, porque el transgenerismo es un sinsentido; sin embargo, prueba que la vara de WH Smith no es rígida, sino, a lo sumo, de plomo procedente de la isla de Lesbos. Y, además, que no sirve para medir a todos con el mismo rasero.
Sea cual sea su material, la regla utilizada contra The European Conservative es mucho más severa que la que se utiliza con los demás (The Spectator, Standpoint, The Critic, entre otros magacines, que publican artículos con contenidos similares). Si bien, como dije, no es algo nuevo; pues, como afirma Bannon, “estamos en guerra, en una guerra ideológica”.
Aunque muchos medios de Europa y América, no sometidos a la dictadura de la corrección política, estén denunciando el atropello a la libertad de expresión cometido por WH Smith, hará falta que Fratelli d´Italia y otros partidos semejantes, como Vox, ganen las elecciones en sus respectivas naciones para que la tiranía de la corrección política deje de coartar nuestras libertades. No hay otra. Debemos alimentar un discurso que conduzca inexorablemente al triunfo. Todo lo demás no servirá de nada. Rasgarse las vestiduras es más propio de los tiempos del Antiguo Testamento. Ahora toca actuar. Cada uno debe disparar desde donde pueda, aprovecho la oportunidad para hacerlo desde esta magnífica trinchera que es El Manifiesto.
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