La Historia y su esperpento

Compartir en:

 
´Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla´. Con frase tan repolluda se publicitaba la ´Historia de España en fascículos´ de don Ricardo de la Cierva, hace ya unos pocos de años. Como era reciente la memoria de tantas cosas a olvidar, el personal conjuraba el terrible peligro de repetir el NO-DO a base de muchos coleccionables, de Historia o de bricolage, eso era indiferente. Lo fundamental: no volver a las andadas. Pero vamos, que la famosa frase nunca pasó de lo que era: un reclamo propagandístico. Más fino andaba el prusiano de Tréveris, por mal nombre Carlos Marx, cuando afirmaba que la Historia nunca se repite y, caso de empeñarse en ello, se convierte en parodia de sí misma.

Por ahí ya va más afinada la cosa, debe ser que hoy me he levantado medio marxista, porque claro: donde ha habido un castillo, ruinas quedan. La obsesión por revivir las glorias o reparar los desmanes del pasado, tan de moda fetén moderno de la muerte, nos está devolviendo una versión chusca, paródica tirando al esperpento, de la grave y solemne Historia que al día de hoy sigue condicionando nuestros sentires y, ya puestos, avinagrando el siempre vagaroso y susceptible ámbito de las ideas, no digamos los principios. En otros tiempos había motivo, porque la realidad era en primera versión y no para tomársela a broma. Hoy, es un espectáculo penoso, diría lamentable si no fuera porque el sesgo risible de los acontecimientos me impide lamentar la suerte de vivir estos tiempos.



No me digan ustedes, por san Rogaciano, patrono de los buceadores a libre pulmón, que no es de risa el teatro de dos profesores de la granadina y carolingia universidad liados a mamporros, lexicales y de los otros, en pleno ardoroso debate sobre si Federico García Lorca era un facha o un ´Che´ Guevara anticipado a su tiempo, aunque sin el detalle de la boina. Valle Inclán habría retratado aquella lid con prosa insuperable, tal cual narraba un encuentro nocturno por las calles de Madrid con partidarios de Rubén Darío. «Yo le digo a usted, don Floro, que esta contienda poética se ha planificado mal en su estrategia, pues si hubiésemos atacado por el flanco izquierdo habríamos incluso hecho prisioneros». Evidentemente, Valle Inclán y Rubén Darío eran Valle Inclán y Rubén Darío; su genio les autorizaba para hacer el ganso todo lo que les apeteciese. Al día de hoy, ya ven: dos funcionarios del saber se apuntan a la recreación histórica y les sale una breva de batalla. Como diría un gitano de estirpe -posiblemente lorquiana-: «Y encima, en vez de ´matase´ entre ellos como es lo ´naturá´, van al juez. ¿Qué malos son los payos!».



Desde que Tejero reinventó el Alzamiento Nacional en 1981, con los resultados estéticos ya sabidos, escribir dos veces la Historia y colocarle perifollos parece tarea de mucha bambalina y poca sustancia. Por la bendita veneración a san Gutberto del Páramo, patrono de los callistas, no nieguen ustedes el venate grotesco de las exhumaciones ordenadas por el juez memorioso a lo largo y ancho de la geografía patria, a remedo de otros tiempos, cuando recién acabada la Segunda Guerra Mundial -pongamos por caso-, se mostraban al mundo los horrores de los sepultaderos en los campos de exterminio nazis; o esos siniestros hallazgos de fosas comunes tras la brutalidad asesina del régimen camboyano de los jemeres rojos. Queremos dignificar a las víctimas de la guerra civil convirtiéndonos en réplica paleta -eso sí: muy sentida, no hay más que oír quejarse a los sobrinos de los nietos de las víctimas-, de Treblinka o el Museo del Genocidio Tuol Sleng. Sólo nos falta un director de cine que ingenie un buen remake de ´Vencedores o vencidos´, y estoy pensando que después de la sangría que ha hecho con ´Los girasoles ciegos´, Cuerda vendría aquí de molde. Para el papel de Spencer Tracy ya sabemos quién se apunta. Lo veo, de verdad que lo veo... se ve ahí subido en la tarima del tribunal, mazo en mano, citando uno por unos los artículos de la ´Declaración Universal de los Derechos Humanos´, mientras que en el oprobioso abajo, contritos, sufriendo pena de banquillo, exudan su culpa el general Franco, Queipo de Llano, Manuel Fraga y los Reyes Católicos. Carrillo no comparece por exceso de dioptrías.

Hay personajes distinguidos por la Historia y otros obsesionados por hacerla; y a más emporio, ser protagonistas de la hazaña. Luego pasa lo que pasa: en vez de crepés salen churros. Pero no importa: estamos en España, no lo olviden, o como diría santa Derbilia, patrona de las causas insensatas: no lo desmemorien que está prohibido por la ley. Aquí se confunde el drama medieval con ´La venganza de Don Mendo´ y nadie dice ni pío, ni siquiera nadie pregunta en qué fosa común yace Muñoz Seca. Aquí, el que no da la nota baja a suspenso. Y eso nunca: mejor ser indio en película de romanos que no salir en ninguna película.



Bendita, paciente Historia. Si todos los que trincan de su parodia le reconocieran derechos de autor, la Sociedad de Autores se haría humo de tanto frotar las manos. Pero no hay caso ni pleito: estamos donde estamos, que es España o sitio muy parecido, aunque eso ya lo había dicho antes. Reiterativo me veo, o sea que voy plegando antes de hacerme pesado. Que llamen a Sabina y ponga letra a la función. Ya puestos a charlotadas, mejor un cantante de Úbeda que de Matallana de Valmadrigal, pueblo sobrado de la vocal primera mas poco dado al cante. Qué le vamos a hacer todo el mundo tiene sus limitaciones. ¿Que no?

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar