Fíjense en el plato de la fotografía. Lleva cebollas, zanahorias, ajo, puerros, alga kombu, bolas de pimienta, berberechos, mejillones, muslos de pollo tostados, ostras, jerez, agua mineral, vinagre de arroz, salsa de soja, azúcar, sal glass, kombu, lechuga de mar, wakame, mugs irlandés spaghetti, arame, hijiki, chufas secas, aceite de oliva, limón maduro, tomillo limón, gelatina neutra de pectina de manzana, láminas de atún blanco ahumado, aceite de chufas (con cuentagotas) y tres escamas de sal por persona.
No tengo idea de a qué sabe y probablemente nunca la tendré porque jamás en la vida voy a acopiar suficiente desapego al ridículo como para entrar en un restaurante mega moderno y pedir Abstracción de Mar, que es como se lama el guiso.
Ha sido una de las creaciones estrella en Madrid Fusión, feria ultrapija de gastronomía celebrada la pasada semana y en la que nuestros genios artistas de la cocina, al parecer, han dado el do de pecho.
Lo mejor de todo, a decir de la crítica especializada, ha sido el último invento de Ferrán Adriá: flores comestibles. Flores que en realidad están cocinadas con una serie de purés solidificados en apariencia floral y que deben incluir, como es preceptivo en estas maravillas del paladar, unos tres o cuatro mil ingredientes, a cual más exótico.
Lo peor, desde luego, es que Ferrán Adriá de por supuesto que la gente tiene algún interés, por mínimo que sea, en comer flores. La verdad, entre comer flores o un bocata choped yo me pido la margarina para ir untando el pan.
Al fin he entendido, después de lustros y décadas en la inopia, porqué en el colegio, cuando algún condiscípulo te tocaba las narices, le espetabas en plan de desafío en el patio de recreo: "Oye, macho, ¿tú eres tonto o comes flores?"
Hay cosas que sólo adquieren su cabal sentido cuando las experiencia y los años, y la fatuidad del prójimo como es el caso, nos muestra definitivamente la diferencia entre el sentido común y la cursilería más campanuda, o lo que viene más al caso, comer, lo que se dice comer como Dios manda, o comer flores. Hay que ser memo...