Cohn-Bendit y el 68

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Que la equivocación tiene su prestigio es algo que muestra a las claras el caso de Daniel Cohn-Bendit tras toda una vida de equivocación. De alguna manera, Cohn-Bendit podía haber servido de augur a la inversa para saber todo lo que no había que hacer durante los últimos cuarenta años, del comgunismo como libertad a la pedofilia como revolución sexual o ese anti-nuclearismo que durante tanto tiempo ha sido el coagulante de lo peor de Europa. Por supuesto, Cohn-Bendit –Dany el Rojo- no es lo que era pero ha venido tardando tanto en desdecirse que casi se lo pasamos por alto.
 
Inasequible a la madurez, hace ya años que Cohn-Bendit se ha recolocado en un escaño ‘verde’ del Parlamento Europeo, un puesto muy a la medida de su nulidad aparatosa. Los revolucionarios jóvenes no han encontrado mejor reciclaje que la burocracia vitaminada con dinero. Desde ahí, él y otros pacifistas como Joschka Fischer tuvieron que dar el ‘ok’ a la intervención contra Milosevic. Uno no fue revolucionario para esto pero ya se sabe que la revolución se alimenta de retrospección y melancolía.
 
Ese acné tardío de mayo del 68 fue un trance menor en comparación con la contracultura de la Costa Oeste y con los tanques que apuntaron a la libertad en la Primavera de Praga. Moría Luther King y –de alguna manera- en Vietnam se luchaba para evitar lo que terminó por ocurrir. Cohn-Bendit empezó en el campus de Nanterre ocupando los colegios mayores femeninos en demanda de una libertad sexual que, seguramente, compartían más los estudiantes masculinos. Luego llegaron Mao, la librería Karl Marx, el anarquismo semántico, el eurocomunismo imposible, los viajes a Lhasa, la meditación trascendental. Hoy suena todo a canción envejecida pero aquel mayo del 68 fue tan rebelde como una fiesta en la piscina de la urbanización. También puede alegarse que –como Cohn-Bendit- los revolucionarios de esos días son los solidarios de hoy, esa gente que te roba la cartera mientras buscan la playa bajo los adoquines de París. Por cierto, ¿para qué querían playa teniendo los adoquines de París?
 
Más allá de un memorialismo prescindible, mayo del 68 nutrió intelectualmente diversas formas de terrorismo –de Italia a Alemania- y contribuyó a la quiebra de una Universidad que, entre el estructuralismo y el materialismo histórico, ciertamente ya no estaba para crisis. Por supuesto, el ardor revolucionario se pone de moda con cierta recurrencia igual que vuelven los pantalones ‘pata de elefante’ o una película resucita el ‘glam-rock’. Hay que tener en cuenta que mayo del 68 es la crisis de una sociedad bien comida, del aburrimiento que ocasionaba el gobierno paternal de un general de Gaulle que –en junio del 68- ganó por goleada las elecciones. Fue él quien dejó dicho que una cosa eran las reformas y otra el mearse en la cama. En estas dudas sigue Cohn-Bendit.

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