Esvásticas

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Pensaba que la esvástica era un símbolo proscrito de la lucha política en todos los países europeos. No por él mismo, faltaría más, dada su antigüedad y su veneración en culturas tradicionales, sino por hallarse ligado a un movimiento que, según cuenta la historia, sembró de cadáveres las tierras de Europa. Sin embargo, cuál ha sido mi sorpresa cuando, leyendo hoy la prensa, me encuentro que el recientemente legalizado Acción Nacionalista Vasca ostenta en su logotipo una esvástica, en negro, bien visible, sobre una estrella verde y un fondo rojo. Evidentemente, se trata de una esvástica modificada (no en vano es la llamada lau-buru, “cuatro cabezas”, vasca), pero, con todas las variaciones que se quieran, esa cruz de cuatro brazos, levógira, moviéndose en el sentido de las agujas del reloj, es la misma que el Partido Nacional-Socialista alemán hacía ondear de los lugares donde el Reich tomaba asiento. Admiro la valentía de ANV de asumir una imagen tan profunda, y tan arraigada en “Euskal Herria”, como esa cruz. Sobre todo porque se trata de un símbolo prohibido y remite a un pasado de muerte y desolación en todos los frentes. Sin embargo, quien lo ha escogido no es ajeno a su inmensa fuerza... y a su ambigüedad, pues llama la atención que ANV se defina de izquierdas y fundamente su ideología, y su genealogía, en la lucha contra el franquismo y, supongo, en todas las filas antifascistas habidas y por haber, y al mismo tiempo adopte la esvástica vasca como emblema. ¿Son de izquierdas o son nacionalistas? Porque “nacionalistas de izquierdas” no deja de ser un oxímoron.

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