No quiero decir que el arte se acabe (mierda en bote, perros muertos, nieve tintada…), sino que asumamos un movimiento activo para acabar con el “arte” que no lo es. Es decir: cerremos facultades, vaciemos galerías, dejemos de convocar becas y premios, forcemos a que las revistas fracasen, boicoteemos los libros dedicados a la estupidez, intentemos encausar a artistas que se sobrepasen, fulminemos la libertad de exposición cuando ésta ataca directamente a hermanos animales, vegetales o minerales… Movilicémonos en pos de finalizar de una vez por todas con la lacra que arrumba la búsqueda de la belleza que siempre ha caracterizado a la expresión artística.
Ahora bien, ¿cómo es posible hacer descender al Hades de lo execrable a un artistucho que mata a un perro, y sin embargo hacer ascender al Olimpo de lo heroico a un tipo que mata a un toro?