Sarkomanía

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Sarkozy ha cambiado la política francesa. Hasta hace pocos meses, la élite política francesa era más o menos la misma que la de la era Breznev, la más vieja de Europa. Eso se ha rectificado de un plumazo. Su universo era también muy viejo: una extraña combinación de feudalismo partidista, estatismo sin sangre e ideología vacua llena de los tópicos del 68. Y también eso parece que va a cambiar. De momento, lo que ha cambiado por completo es el discurso. Las cosas que dice Sarkozy no tienen nada que ver con los “valores” que han venido predominando en la escena política europea de los últimos treinta años, esos dogmas asentados por el poder cultural de la izquierda. A la izquierda se le cayeron los referentes con el Muro de Berlín y el colapso de las socialdemocracias, y era lógico que sus dogmas, tarde o temprano, cayeran también. Hasta ahora habían seguido dominando bajo la forma de “corrección política”. Pues bien: la victoria de Sarkozy significa la primera derrota de lo “políticamente correcto” en Europa desde los años setenta. Necesariamente debe abrirse una nueva etapa. No tenemos por qué poner todos los huevos en la cesta de Sarkozy: aún debemos saber si sus críticos –de izquierda o de derecha- tienen razón. Pero, de momento, el aire sopla más fresco en Europa, en general, y en la derecha europea en particular. Nuestra derecha española haría bien en hincharse los pulmones.

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