¿CIERRA «EL MANIFIESTO»?

De vosotros, amigos lectores, depende única y exclusivamente la respuesta.

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Ojalá que lo que todavía es una pregunta no acabe convertido en una afirmación. Queda todavía alguna esperanza: pero...

Carente de publicidad, de subvenciones, de ayudas..., EL MANIFIESTO lleva veinte años viviendo exclusivamente gracias a la implicación personal de quienes estamos a su frente. Y, por circunstancias que no merece la pena detallar, esta implicación se ha visto reducida de forma sustancial al tiempo que se incrementaban considerablemente los gastos (particularmente los de mantenimiento informático: como recordaréis, fuimos, no hace mucho, objeto de ataques que nos obligaron a redoblar las medidas de seguridad).

Todo en la modernidad es un arma de doble filo. También la gratuidad de Internet, donde intentar pedir una contribución de 3 míseros euros al mes para una iniciativa como la nuestra parece una especie de atropello. Así, al 37% de nuestros lectores (véase la  encuesta en portada) les encantan nuestras CARTAS CONFIDENCIALES..., pero no están dispuestos a soltar un euro. Por otra parte, hay un 55% de nuestros lectores a quienes les gustan tanto las CARTAS que se declaran dispuestos a suscribirse de inmediato..., cosa que, sin embargo, pocos han hecho. Sí, seguro que eran sinceros al decirlo; pero... hay que ir a buscar la tarjeta de crédito, rellenar cuatro datos, dedicarle, en suma, a nuestro proyecto unos 30 segundos.

Y después nos quejamos, y después nos lamentamos de que no pase nada, y después gemimos de que nada cambie en el mundo, y después maldecimos que las ratas sigan corriendo, dueñas y señoras del barco.

En las condiciones actuales, la continuación de EL MANIFIESTO es simplemente inviable. Proseguirá, sin embargo, durante algunas semanas más, durante las cuales todo seguirá exactamente igual. Incluido, por supuesto, el envío de la CARTA CONFIDENCIAL a nuestros suscriptores, para quienes va en estos momentos (y en particular a quienes han hecho un esfuerzo de particular generosidad) nuestro agradecimiento más profundo y sincero.

Éste era el principal objetivo de dichas CARTAS (cuyo título, por cierto, se modifica por el de Cartas del Mani-comio, cuyo guion significa: con el aval de El Mani, pues aparte de las bromas que nos permitimos a veces, todo lo relatado es absolutamente verídico. El contenido de tales cartas —las locuras escalofriantes o  sarcásticas y tantas veces desconocidas— merece absolutamente ser difundido. Pero estas CARTAS no son ningún “producto comercial”. Son sólo un premio, una pequeña recompensa, a quienes  hagan un mínimo gesto económico para contribuir al sostenimiento del periódico.

Las Cartas del Mani-comio son un llamamiento a lectores y amigos para deciros: EL MANIFIESTO se muere económicamente. ¿Merece la pena salvarlo (y se salvaría con sólo unas pocas centenas de suscriptores dentro de los 5.000 visitantes diarios; es decir, bastaría con que se suscribiera un número significativo de los lectores habituales)? ¿O bien no merece la pena seguir rompiéndose el culo (lo siento: hoy no estoy en plan exquisito) y más vale echar el cierre?

Será lo uno o lo otro. O bien, dentro de unas semanas, caerá definitivamente el telón, o bien seguirá alzado, llenando de luz y de nuevos proyectos el escenario.[1]

Vosotros tenéis la palabra. Será lo que decidáis.

Cordialmente, en nombre propio y en el de toda la Redacción,

Javier R.  Portella

P. D.: Como regalo (espero que no lo sea de despedida) publicamos hoy en abierto el n.º 12 de nuestras Cartas. Os deseamos una buena lectura y os damos las gracias anticipadas a aquellos de vosotros que os animéis a hacer algún pequeño (o gran) clic en unos recuadros rojos que hay por ahi.

 [1] Si cayera el telón, las cuotas anuales de las CARTAS CONFIDENCIALES serían obviamente devueltas en la parte aún no consumida.

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

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