Me parece equivocado el uso del sintagma “violencia machista”. En él se supone que la violencia contra las mujeres está motivada por una representación particular del mundo en la que ellas ocupan un papel subalterno, por así decir. La comparación con el sintagma “violencia islamista” es interesante.
La violencia islamista, como todo tipo de terrorismo, es una violencia esencialmente ideológica. Es una violencia fría, a la que se ha llegado por vía del pensamiento, no requiere de agresividad normalmente. La representación del mundo es capital.
En la violencia contra las mujeres, aunque puede ayudar a la ausencia de inhibición la idea de que uno “tiene derecho”, no me imagino a alguien ejerciendo ese tipo de agresiones por una motivación esencialmente ideológica. Se trata de pura agresividad en un contexto muy emocional, una agresividad que, evidentemente, se encuentra más presente entre hombres que entre mujeres, y ello por motivos, creo, esencialmente biológicos. Toda la labor de concienciación tendrá un cierto efecto “inhibidor” y de presión social, que tampoco es poco, pero no afectará, al contrario de lo que muchos creen, al punto íntimo de donde la violencia nace.
Conozco gente machista que jamás pondrá el dedo encima a una mujer. Conozco gente con “ideas avanzadas” y cuya personalidad agresiva o impulsiva le podrá llevar a comportarse así.
Por otro lado, en cierto aspecto, parece contradictorio querer dibujar un círculo de intangibilidad sagrada sobre uno de los dos sexos al tiempo que se proclama la simetría de ambos. Debemos respondernos seriamente a estas preguntas: ¿Es más grave dar una bofetada en un bar a una mujer que a un hombre? En ese caso, ¿por qué?
Una ética de la intangibilidad es más coherente con una cierta visión “caballeresca” del mundo... A mí particularmente me ha movido a la defensa de alguna mujer cuando he presenciado alguna situación así, precisamente, una representación de cierta asimetría. Aquí las ideas sí son importantes, porque se trata de una “defensa moral”. Asimetría no es desigualdad, por supuesto, pero eso debe recordarse también cuando se critiquen otros aspectos que emanan de esa visión “caballeresca” de la relación entre sexos...