Pertinaz sequía en los USA (en todas partes cuecen habas)

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Una vasta zona del oeste de los Estados Unidos, las Grandes Llanuras, sufre desde hace ya una década una terrible sequía. Y lo que es peor, el futuro no parece demasiado esperanzador. El nuevo estudio de Naciones Unidas sobre el “cambio climático” ha sido todo un chorro de agua fría: las zonas húmedas del planeta serán aún más húmedas y las zonas secas, como gran parte de América del oeste, será aún más secas. J.W. Powell ha debido revolverse en su tumba al enterarse.

Powell fue uno de los científicos y exploradores americanos más importantes del s. XIX. Su famosa expedición por el caudal del río Colorado se ha convertido ya en leyenda. Pero no sólo era un aventurero: entre 1881 y 1894 dirigió la “Investigación Geológica de los Estados Unidos” (United Stated Geologic Survey). Tras sus estudios sobre el tema concluyó que había dos Américas, una seca y otra húmeda, las cuales estaban divididas por el meridiano 100 -exactamente hacia la mitad del continente-. La zona oeste, muy seca debido al clima, demandaría un tipo especial de asentamiento.

Sin embargo, a los americanos no les gusta la palabra “límite”. Ni les gusta ahora, ni tampoco antes, cuando Powell remitió su informe “Las tierras áridas de los Estados Unidos” al Congreso estadounidense. El estudio aconsejaba un plan extensivo en el oeste del país si se quería que llegara el agua a la zona, con un poblamiento adecuado y las obras de infraestructura precisas. Sin embargo, no era lo que los políticos querían oír. Y mucho menos los expansionistas, que habían vaticinado una población de 180 millones en sus estados orientales. De hecho, el republicano T. Patterson de Colorado no tuvo ningún reparo en llamar a Powell charlatán, criticándolo por opinar sobre temas que no eran de su incumbencia. Su informa sería lentamente olvidado.

Pero los hechos son tozudos y han demostrado que tenía razón. La sequía se disparó y atacó duramente las áridas tierras del oeste durante 1880, llegando con ella la primera crisis de las granjas en la historia de los Estados Unidos. La frase del momento fue “En Dios creímos, en Kansas perdimos”, ("In God we trusted, in Kansas we busted”). En 1930 la lluvia abandonó la zona de nuevo y dio lugar a una nueva crisis conocida como Dust Bowl. Si observamos el mapa, podemos ver que la zona más devastada por los vientos y la sequía fue la que coincidía con el meridiano 100, exactamente la que más le preocupaba a Powell.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el Ogalla, un enorme lago bajo tierra, fue la salvación para los granjeros de las “Grandes Llanuras”. Sin embargo, ha sido “pan para hoy y hambre para mañana”. Las aguas del Ogalla son efímeras y el lago pierde anualmente cinco pies. La población de las “Grandes Llanuras” emigra y Nebraska es ya el territorio más pobre de los Estados Unidos.

Ahora no vale inventarse excusas, ni intentar calmar los ánimos desde las tribunas políticas. Tampoco la buena voluntad personal cambiará las cosas. Si no hay agua, no puede inventarse y negar el problema no hará que éste desaparezca. El senador de Oklahoma James Inhofe, quien insistía en 2007 en que el cambio climático era sólo una broma pesada, se ha convertido en el sucesor de Patterson.


A pesar de que a los americanos no les guste oír que los límites existen, deben dejar de hacer oídos sordos y encarar la realidad. Deben tener el control sobre sus recursos, no abusar de los mismos y reajustar sus aspiraciones nacionales para que sean compatibles con la sostenibilidad medioambiental. La experiencia de Powell debe servir para recordarles el alto precio de no querer saber las consecuencias.

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