Bueno para la ciencia, bueno para la ética

Ya no es preciso matar embriones para obtener células madre

Un laboratorio de Kyoto (Japón) y otro de Wisconsin (Estados Unidos) han logrado cultivar células madre humanas a partir de tejido cutáneo. Pocos días antes, otro equipo norteamericano lograba lo mismo a partir de sangre menstrual. Las células madre son células previas al proceso de diferenciación y especialización; eso permite obtener a partir de ellas diversos tipos de tejido que pueden ser aplicados para curar enfermedades degenerativas. Esas células se hallan tanto en los embriones como en tejidos adultos, pero en los primeros con más comodidad. El problema es que para obtener células madre embrionárias hay que matar a los embriones. Ahora se abren nuevas expectativas para el empleo de células madre adultas. El problema ético desaparece.

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Hace pocos días –la noticia pasó casi desapercibida en España-, la versión online de la revista Journal of Translational Medicine informaba de que un equipo de científicos estadounidenses halló en la sangre menstrual un nuevo tipo de células madre que se diferencian en al menos nueve tipos de tejidos. De sólo cinco mililitros de sangre menstrual de una mujer sana se logró obtener células que, tras dos semanas de cultivo, se transformaron en células del músculo cardiaco. Los científicos del Bio-Communications Research Institute en Wichita, Kansas, dicen que posiblemente estas células se puedan utilizar para el tratamiento de tejido dañado. Las células descubiertas son de la pared del útero, que durante el período menstrual está muy irrigada de sangre.
 
Del mismo modo, dos equipos, uno americano y otro japonés, han logrado cultivar células madre humanas a partir de tejido cutáneo. Esta historia empieza en julio de 2006, cuando el equipo de Shinya Yamanaka, de la universidad de Kyoto, publicó en la revista Cell los primeros resultados de una investigación en la que lograron convertir las células de la piel de sus ratones en células madre como las embrionarias. Unos meses después demostraron que esas células podían transformarse en distintos tipos de tejidos. El paso decisivo era obtener los mismos resultados con células humanas, y eso lo han conseguido los científicos japoneses al mismo tiempo que otro equipo de Estados Unidos. Así, mientras la revista Cell publica el nuevo trabajo del equipo de Yamanaka, la revista Science recoge los datos del grupo de James Thomson, de la Universidad de Wisconsin (EEUU), que ha utilizado una técnica similar con el mismo resultado.
 
Ambos trabajos presentan una limitación, y es que el desarrollo de esta técnica precisa el empleo de virus (retrovirus o lentivirus) para insertar genes en el núcleo de las células adultas. Por tanto, el material genético del virus se mezcla con el ADN celular, y se ignora qué implicaciones puede tener esto. De momento su uso se va a limitar al laboratorio, es decir, no para pacientes. También se señala que esta técnica puede hacer que el paciente desarrolle tumores; es un riesgo, en todo caso, que ya se ha confirmado en el uso de células madre embrionarias.

Hasta la fecha, el uso de células madre adultas –las obtenidas de tejidos adultos, como el cordón umbilical- ha demostrado ser más seguro que el de las células madre embrionarias. Pero éstas son más fáciles de obtener y manipular, y por eso hay fuerte presión política e industrial para que se permita experimentar con embriones humanos. Ahora bien, emplear embriones para este fin significa la aniquilación del embrión, con los consiguientes inconvenientes éticos. Con estos hallazgos en Japón y Estados Unidos, que utilizan tejidos adultos, se abre un campo nuevo para esta línea de investigación, y sin inconvenientes éticos.
 
En medios científicos se espera que el Gobierno español, que ha mostrado su voluntad de impulsar la investigación científica sobre células madre humanas, levante acta de estos hallazgos y fomente el trabajo con células madre adultas, que no implican el exterminio de los embriones.

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