Son menos famosos que Al Gore, pero son de aquí

El tema medioambiental visto desde España

En una de sus impactantes y carísimas visitas, el ex vicepresidente de los EEUU Al Gore nos ha incorporado a la cruzada universal que él encabeza en defensa del planeta, claramente amenazado ora por las agresiones del hombre, ora por evolución cósmica o por entrambas razones. Ocurre que en España ha muchos años que el tema se está estudiando en profundidad, y en especial desde la Sociedad de Estudios Internacionales, de cuyo profesorado y Consejo Rector formo parte. Antonio Lamela, el ilustre arquitecto, lleva muchos años dedicado al tema y acaba de publicar dos densos volúmenes con el título "Estrategia para la Tierra y el Espacio. Cosmoísmo y Geoísmo".

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Manuel Funes Robert
 
Con un conjunto de brillantes colaboradores (F.Moline, Juan Vázquez, Marta Pérez Blanco), Lamela analiza no sólo el tema del sobrecalentamiento y la manera de anularlo, sino todos los grandes problemas de la moderna humanidad: problema demográfico, el alimenticio, etc., y en esta amplitud se distingue y supera al de Al Gore.
 
Pero lo más notorio, a mi entender, es lo que hay detrás de las dos palabras nuevas creadas por el autor: geoísmo y cosmoísmo, que aluden a la visión de la Tierra y del Cosmos como unidades al alcance del tratamiento y beneficio del hombre. Todos los grandes problemas los relaciona directa y totalmente con el planeta como unidad, y a esta visión le ha venido bien, y la ha sabido aprovechar, la Globalización, a la que le dedica todo un capítulo.
 
Y en efecto, lo bueno de la Globalización es lo que tiene de fuente de proximidad y uniformidad: gracias a ella las cosas están más cerca y se parecen más, lo cual enlaza muy bien con el concepto de geoísmo. En cuanto al cosmoísmo, resulta que hay que remontarse a la inolvidable obra de Camilo Flammarion Historia del Cielo, de la que recuerdo esta bella frase: "más allá todavía, estrellas cuya luz tarda cientos de miles de años en llegar hasta nosotros… pero el impulso de nuestra fatigosas concepciones se agota y nuestra alma, cual águila posada en remota isla, se admira de no tener ante sí más que el vestíbulo de una inmensidad que renace sin cesar".
 
Lamela enlaza en parte con la visión del famoso astrónomo francés, el que tranquilizó al mundo deshaciendo el temor de que el cometa Halley chocara contra la Tierra en 1905.
 
La segunda campaña de defensa del globo terráqueo la lleva Fernando de Salas, rector de la Sociedad de Estudios Internacionales, que ha hecho cálculos sobre el coste de las inversiones necesarias para frenar el cambio climático y llega a la conclusión de que simplemente con la supresión de las guerras en curso se allegarían los fondos necesarios para tal obra. Hace ver que la solidaridad la crea su contraria, la insolidaridad nacida de los hombres o de las cosas. Nada une más que la necesidad de defenderse contra alguien o contra algo.
 
En efecto, si fuera posible que los marcianos nos declarasen la guerra, los humanos se unirían como una piña. Una vez más, recordemos a Aristóteles: cada cosa toma su sentido de su contraria.
 
En cuanto a mí, tengo algo que aportar desde el mundo de la macroeconomía: el tema ambiental ha abierto un horizonte novísimo al gasto público. Éste entró en la doctrina como medio de corregir la ceguera social del mercado y, posteriormente, para aprovechar el hecho de que las transformaciones monetarias del siglo XX crearan la posibilidad, que nunca antes existió, de que un ente pudiese irrumpir en la economía gastando sin haberlo ganado ni ahorrado antes: el Estado Moderno, impulsor del crecimiento y corrector de las crisis.
 
Pues bien, ante el problema ambiental el gasto público se erige en el único mecanismo económico de defensa y las teorías del déficit cero reciben un nuevo golpe. En las inundaciones del Elba no se encontraron suficientes sacos de arena porque para disponer de ellos habría tenido que incurrirse en un déficit presupuestario.

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