El 16 de junio de 1936, José Calvo Sotelo, líder del Bloque Nacional, realizó una de sus postreras intervenciones en las Cortes. Con un Gil Robles desplazado por la radicalización de la sociedad española, los discursos del diputado monárquico alcanzaban una gran resonancia por lo que tenían de oposición absoluta a las acciones y omisiones del régimen republicano y a su propia legitimidad de origen y ejercicio Entre todas las personalidades de la derecha más intransigente, el tribuno gallego fue ganando fuerza tras el regreso de su exilio y recoger el acta de diputado conseguida en las elecciones de 1933. Su oposición a la estrategia posibilista del caudillo de la CEDA le permitió adquirir un rango de singular potencia y proyección social cuando el triunfo del Frente Popular y el crecimiento de la violencia política en España clausuraron las expectativas e ilusiones que se habían forjado en los ámbitos más abiertos de la derecha. Sin haber tenido fortuna en su esfuerzo por reunir a todos los grupos resueltamente antirrepublicanos en el Bloque Nacional, sí pudo hacer que su palabra constara, en el relato profundo de la historia, como la voz de quienes estaban dispuestos a enfrentarse a aquel trance, convencidos de que la pasividad ante el desbordamiento de los sectores moderados del gobierno solo conduciría a una catástrofe nacional.
Hoy se cumplen 79 años
Viaje al fondo de la noche
Cuando el pistolero socialista que formaba parte de una cuadrilla, engrosada con guardias de asalto, asesinó a Calvo Sotelo, aquella no era una noche más, sino el inicio de una sola, de una inmensa, de una atroz noche, a cuyo fondo de miseria moral y de conciencia a oscuras avanzó España entera.
El 16 de junio de 1936, José Calvo Sotelo, líder del Bloque Nacional, realizó una de sus postreras intervenciones en las Cortes. Con un Gil Robles desplazado por la radicalización de la sociedad española, los discursos del diputado monárquico alcanzaban una gran resonancia por lo que tenían de oposición absoluta a las acciones y omisiones del régimen republicano y a su propia legitimidad de origen y ejercicio Entre todas las personalidades de la derecha más intransigente, el tribuno gallego fue ganando fuerza tras el regreso de su exilio y recoger el acta de diputado conseguida en las elecciones de 1933. Su oposición a la estrategia posibilista del caudillo de la CEDA le permitió adquirir un rango de singular potencia y proyección social cuando el triunfo del Frente Popular y el crecimiento de la violencia política en España clausuraron las expectativas e ilusiones que se habían forjado en los ámbitos más abiertos de la derecha. Sin haber tenido fortuna en su esfuerzo por reunir a todos los grupos resueltamente antirrepublicanos en el Bloque Nacional, sí pudo hacer que su palabra constara, en el relato profundo de la historia, como la voz de quienes estaban dispuestos a enfrentarse a aquel trance, convencidos de que la pasividad ante el desbordamiento de los sectores moderados del gobierno solo conduciría a una catástrofe nacional.
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