En España todos los espacios políticos están cubiertos por sus respectivos partidos. Todos salvo uno: el patriótico-identitario que hace furor en otros países europeos. Pero si sigue con su actual línea, no parece posible que sea VOX el llamado a desbrozar y ocupar tal espacio.
Podemos y Ciudadanos no eran los únicos partidos que pretendían hacerse un hueco en las elecciones autonómicas de Andalucía. Pero ambos –aunque dirigidos a electorados muy distintos desde bases dispares- lo han logrado sobradamente; colmando sus expectativas a costa de otros partidos. Así, Podemos ha multiplicado por tres sus votos cosechados en las elecciones europeas, incorporando a buena parte de los antiguos votantes de Izquierda Unida, cien mil socialistas y un porcentaje indeterminado de antiguos abstencionistas.
Ciudadanos, en su tercer intento de salto nacional desde Cataluña, se ha nutrido especialmente de electores moderados: antiguos votantes del Partido Popular, quien ha sufrido un descalabro notable, desengañados por la corrupción y poco amigos de aventurismos. De paso ha neutralizado a UPyD atrayendo a la mayor parte de su electorado natural, merced a unos medios de comunicación empecinados en presentar a Rosa Díez como una soberbia desnortada por no obedecer sus consignas.
Izquierda Unida ha quedado muy tocada y el Partido Andalucista permanece en el ostracismo.
Pero, el partido que ha salido peor parado, acaso, sea VOX.
Este joven partido, nacido del entusiasmo de Santiago Abascal, su pequeña corte y de otros personajes icónicos de la derecha, como José Antonio Ortega Lara, pretendía, al menos, hacerse con un escaño por Sevilla que le ofreciera un espacio al sol mediático.
Demostraron tener cierto olfato político al presentar de cabeza de lista al ex-juez Francisco Serrano, una víctima cualificada de las prácticas de la ideología de género implantada por los socialistas e implementada por los populares; un rostro conocido, además, en ambientes católicos. Y para él organizaron unas jornadas centradas en la custodia compartida. VOX, además, acentuó su línea patriótica e identitaria con las jornadas “Córdoba, ante el reto del multiculturalismo”, organizadas por su asociación pantalla “Stop ISIS”; lo que trató de popularizar con su célebre video-noticiario de un futuro distópico para Andalucía y España en el que recreaban la expropiación de la Giralda de Sevilla y la Mezquita de Córdoba para el culto musulmán. [Reproducido aquí.]
Previamente, intentaron hacerse valer y ver en la manifestación convocada por la AVT (Asociación de Víctimas del Terrorismo) en Madrid el pasado 24 de enero; pero ante un aforo de apenas unos cientos de personas, sin apenas resonancia mediática, los réditos partidarios fueron nulos: el filón estaba agotado por sobreexplotación.
También pretendieron hacerse un hueco en la manifestación contra el aborto del reciente 14 de marzo. Mas la presencia de algunos líderes del Partido Popular, como Esperanza Aguirre, y algunos supervivientes del Mesozoico democristiano, junto a la ambigüedad de las plataformas convocantes -especialmente Hazte Oír y su Derecho a Vivir- que escenificaron un tímido “Yo rompo con Rajoy”, pero no con el Partido Popular, neutralizaron la posibilidad de que aquello derivara en un el inicio de un “gran trasvase”. Y es que el voto útil pesa mucho, muchísimo, entre los cuadros y electores del centro derecha; un sector desmovilizado, desmotivado y escasamente arraigado en la débil sociedad civil española.
No fueron pocos, pues, los esfuerzos empleados. Pero nada de ello fue suficiente: apenas 18.000 votos, casi la mitad que en las europeas; una cifra minúscula e irrelevante si la comparamos con las de los partidos que han obtenido representación parlamentaria. Pero es que, si lo hacemos con los que tampoco la han alcanzado, se observa que el descalabro ha sido casi fatal. Veamos: UPyD, 76.653 votos; el histórico Partido Andalucista, 60.707; el pintoresco e intermitente Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA), 31.735; un inédito Ciudadanos Libres y Unidos (CILUS) 11.180 sufragios; los inasequibles al desaliento de Falange Española de las JONS, 4.811.
¿Qué ha pasado?
Un partido no nace de la nada. Para asentarse y avanzar precisa conectar con las necesidades reales y los valores de amplias franjas de electores: un trabajo a medio y largo plazo que requiere mucha paciencia y tenacidad. Así, por ejemplo, Izquierda Anticapitalista apenas obtuvo un puñado de miles de votos en otras convocatorias electorales; pero injertada en el tronco de Podemos, ha podido situar a una de sus mujeres, Teresa Rodríguez, como líder de su bancada en el Parlamento andaluz.
VOX así lo había entendido en buena medida, pero, entre otros aspectos, le ha faltado tiempo: el filón de los simpatizantes de las víctimas del terrorismo se encuentra agotado. Y el de los enemigos de las leyes abortistas se divide entre unos pocos miles inasimilables, salvo por grupitos como Alternativa Española, y la masa que sigue votando útil, obediente y mansamente, al Partido Popular.
Por su parte, el sector de padres afectados por las leyes derivadas de la ideología de género apenas ha podido ser sondeado e informado de esta nueva opción; además de tratarse de una franja desorganizada y desmoralizada por dramas personales inefables.
El antes mencionado vídeo anti-islamista fue visionado unas 125.000 veces[1] ¿Mucho? En una primera mirada pudiera parecer que sí, pero, si se analizan fenómenos análogos, se deduce que su índice de penetración fue minúsculo: para que un vídeo tenga trascendencia social precisa ser visionado en varios millones de ocasiones… y es que el mundo virtual de internet es muy engañoso.
Pueden alegarse otros factores externos que han predeterminado este fracaso. El principal de ellos, sin duda, ha sido el “silencio informativo” que ha sufrido VOX; lo que indica que los poderes fácticos no lo contemplan como solución de recambio del centro derecha en esta operación de apuntalamiento del sistema: su opción es Ciudadanos. Por todo ello, el que VOX se presentara desacomplejadamente como “La derecha”, no ha resultado creíble; más cuando Abascal apeló a “liberales, conservadores, patriotas y democristianos”. Traigamos a colación una experiencia comúnmente aceptada: ante el original, nunca se opta por una copia; aunque sea un tanto depurada.
VOX, en definitiva, lo tenía muy difícil. Le ha faltado tiempo, atención mediática y espacio. ¿Espacio? ¿Cómo competir, en efecto, con un todopoderoso Partido Popular en su propio terreno? Y mucho menos con un Ciudadanos que, ordenadamente, le empieza a tomar el relevo. VOX había omitido un análisis político clave: el de los espacios. Y es que, en España, todos los espacios políticos están cubiertos por sus respectivos partidos. Todos salvo uno: el patriótico-identitario que hace furor en otros países europeos. Pero si sigue con su actual línea, no parece posible que sea VOX el llamado a desbrozar y ocupar tal espacio.
VOX intenta presentar listas a todos los parlamentos autonómicos cuyas elecciones se celebrarán en mayo. Y a todas las capitales de provincia; además de a otros municipios. Salvo en los últimos, lo tiene muy difícil. Para colmo, el susto andaluz habrá acobardado a muchos (de dentro del partido y a no pocos todavía emboscados en el Partido Popular). Pero es su única posibilidad: conseguir unos pocos cientos de concejales, acaso en municipios pequeños, perfilar una línea política mucho más contundente y trabajar muchísimo con la mirada a medio y largo plazo.
© La Tribuna del País Vasco
[1] A día de hoy ya ha llegado a las 323.000 visualizaciones, aunque ello no cambia nada fundamental en el análisis del autor.
N. de la Red.