El papa Francisco arremete contra el separatismo catalán

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En pocas ocasiones un Papa habrá hablado de forma más inequívoca, más contundente, sobre un tema político. Lo ha hecho, en declaraciones a “La Vanguardia” (antaño “española”). Cuando uno sabe lo cauteloso que es el lenguaje diplomático en general y el del Vaticano en particular, asombrado —y regocijado— se queda ante las declaraciones de Su Santidad. Las reproducimos íntegramente.
«¿Le preocupa el conflicto entre Cataluña y España?
»Toda división me preocupa. Hay independencia por emancipación y hay independencia por secesión. Las independencias por emancipación, por ejemplo, son las americanas, que se emanciparon de los Estados europeos. Las independencias de pueblos por secesión es un desmembramiento, a veces es muy obvio. Pensemos en la antigua Yugoslavia. Obviamente, hay pueblos con culturas tan diversas que ni con cola se podían pegar. El caso yugoslavo es muy claro, pero yo me pregunto si es tan claro en otros casos, en otros pueblos que hasta ahora han estado juntos. Hay que estudiar caso por caso. Escocia, la Padania, Cataluña. Habrán casos [sic][1]que serán justos y casos que no serán justos, pero la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso.»
«La secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa», dice Su Santidad, socavando en su raíz todo el victimismo de la Cataluña que pretende que la unidad que ya en Roma se denominaba Hispania le ha sido vilmente impuesta por la fuerza. Como no podía ser de otro modo, el Papa expresa su inequívoca condena diciendo, en lenguaje diplomático, que dicha secesión «hay que tomarla con pinzas». Y a la templanza del lenguaje (totalmente justificada, dado el contexto) se agarran los repudiados para pretender… que aquí no se repudia nada, limitándose el Papa a encogerse angélicamente de hombros sin pronunciarse ni en un sentido ni en el otro.
No hay peor ciego desde luego que el no quiere ver, sobre todo cuando está cegado por los espumarajos de rabia que lanzan quienes desde siempre han contado en su secesión con el militante apoyo de la Iglesia catalana. Tal vez el Abad de Montserrat tenga que acabar encabezando pronto el Cisma Catalán.
(A propósito de la unidad de Hispania —la Tarraconensis por supuesto incluida— desde los tiempos de Roma (la otra, no la del Vaticano): ahí está una palpable prueba en esta moneda de la época del emperador Adriano (76-138 d. C.), Hasta tal punto ello era así que, aun bien entrada la Edad Media, el tiempo se seguía contando en el conjunto de los reinos hispánicos de acuerdo con la Era Hispana, cuyo año 1 empezaba en el 38 a. C., fecha en la que Augusto terminó de pacificar —e integrar al resto de la Hispania unificada— los territorios de astures y cántabros.)



 


[1] «Habrán casos»… Catalanismo por «habrá casos». Nota de la Red.

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